Vitoria. 20-N. Cuando José Luis Rodríguez Zapatero anunció que ésta sería la fecha de las elecciones, inmediatamente llamó la atención que el impulsor de la Ley de Memoria Histórica, por descafeinada que quedara en el trayecto, eligiera el aniversario de la muerte de Franco para celebrar los comicios que designarían a su sucesor. La fecha es altamente simbólica por muchos motivos: por el mencionado, pero también por coincidir con la del asesinato a manos del GAL de Santi Brouard. Pues bien, desde ayer, el 20-N suma una nueva efeméride: la de la segunda mayoría absoluta del PP de la democracia, la del hundimiento socialista -pierde 59 diputados-, la del holgado grupo propio de la izquierda abertzale en el Congreso...

Pero eso quedará para el almanaque, porque estos comicios se han celebrado al compás de los mercados, de la crisis económica y del drama de cinco millones de parados. Y un dato relevante y para la reflexión: los partidos que han gestionado recortes protestados en la calle en Sanidad o Educación, caso del PP en Madrid, CiU en Cataluña o UPN en Navarra, ayer vencieron. La investidura de Mariano Rajoy está prevista para el 20 o 21 de diciembre y, dadas las circunstancias, ni siquiera contará con los cien días de gracia. En definitiva, se cumplió el oráculo: quien gana en Álava, llega a La Moncloa.

España

Resultados históricos, Congreso fragmentado

Cumpliendo el guión establecido por los sondeos. Lo cierto es que la participación dos puntos inferior a la de 2008 vaticinaba ya escasas posibilidades de remontada para el PSOE, incapaz de movilizar al electorado de izquierdas, refugiado en candidaturas como IU o en la abstención. Esta vez, ni el voto del miedo ni el voto útil han funcionado: al Partido Socialista le ha sangrado la izquierda. Y el resultado es una victoria apabullante de Mariano Rajoy, sustentada en la sonora y dolorosa -para el PSOE- victoria en Andalucía o el repunte de Cataluña.

Curiosamente, el PP cosecha la segunda mayoría absoluta más importante de la historia de la democracia (186) -sólo por detrás de la de Felipe González en 1982- con pocos más votos de los que tuvo Rodríguez Zapatero para gobernar con mayoría simple en 2008 (10,7 millones). Los socialistas pierden nada más y nada menos que 4,5 millones de votos respecto a hace cuatro años. Eso sí, la suma de los partidos mayoritarios no gana votos sobre 2008: ¿una reflexión?

Rajoy se hace con la segunda mayoría absoluta lograda por el PP -mayor que la que consiguió José María Aznar (183)- y se lleva por delante a un adversario que se hunde sin recato, quince por debajo del suelo de 125 en 2000 que firmó Joaquín Almunia y dejando a Pérez Rubalcaba en una situación interna comprometida para afrontar el proceso de congresual para renovar la dirección del PSOE. Inclementes 110 diputados, 76 escaños de diferencia con la primera fuerza, a uno de la histórica marca de Felipe González en 1986. Ese equilibrio se debe, fundamentalmente, a la potenciación de los partidos minoritarios. Han avanzado notablemente formaciones como Izquierda Unida -que multiplica su representación para tener grupo propio, con 11 diputados-, UPyD -5 diputados-, por supuesto Amaiur, pero también CiU pese a la amenaza del PP.

Euskadi

Amaiur tira del voto nacionalista y del voto de izquierdas

Suena casi a guasa, pero la Comunidad Autónoma Vasca ha parecido empeñada durante esta campaña en subrayar eso del hecho diferencial, versión electoral, y ayer lo hizo desde primera hora de la mañana, siendo la única en la que la participación marcaba niveles superiores -casi cinco puntos- a 2008. Participación al alza fundamentalmente, sin duda, atribuible a la presencia en las urnas de Amaiur -la Izquierda Abertzale pidió la abstención en 2008- y para muestra, un botón: en Araba, la participación se mantuvo, bajó en Vitoria, pero subió en municipios con presencia importante de la izquierda abertzale, como Llodio o Amurrio. Esto se tradujo en seis escaños por Euskadi y uno más por Navarra, segunda fuerza de la CAV en votos pero primera en escaños, lo que asienta el vuelco del panorama político apuntado en las municipales y forales de mayo y confirma tendencia para unas autonómicas previstas para primavera de 2013 pero eternamente sumidas en rumores de adelanto, hoy más que nunca ligados al devenir del PSOE.

Uno de los afectados por el triunfo de la coalición soberanista, el PNV, que a duras penas logró los cinco escaños que le permiten mantener el grupo propio pese a perder uno de sus diputados respecto a 2008. En el lado positivo de cara a ese horizonte autonómico, el dato de haber recuperado su condición de fuerza más votada en la CAV. Lo hace a costa del PSE-EE que, pese al desplome, aguantó el envite dibujando una mayoría electoral de izquierdas en la CAV. Se deja cinco escaños sobre 2008, pero mantiene un porcentaje de voto cinco puntos superior al de las municipales de mayo. Voto de izquierdas en Euskadi y voto nacionalista -por cierto, histórica victoria nacionalista por encima de las fuerzas constitucionalistas en unas generales-: dos factores que hacen que el PP pinche en la CAV -mantiene sus tres diputados perdiendo 20.000 votos pese al empuje de Rajoy-, en parte porque no logra amortizar ese efecto en su feudo alavés.

Araba

El PP, sin alegrías

Si la presencia de Amaiur pudo ayer tirar hacia arriba de la participación en Euskadi, no ocurrió lo mismo en Álava donde, eso sí, los votantes también se atuvieron con bastante precisión a las previsiones de las encuestas: un diputado para cada uno de los cuatro grandes partidos, muy parejos en número de votos entre primero y segundo -PP y PSE- y tercero y cuarto -Amaiur y PNV-.

La caída de la participación perjudicó, fundamentalmente, al PSE, por la preeminencia nacionalista -hacia PNV o Amaiur- en el territorio y el dominio popular en Gasteiz. Los porcentajes de voto prácticamente no se movieron respecto a 2008, por lo que el impacto en los resultados se debe fundamentalmente a la irrupción de Amaiur y al trasvase de voto de PSE a PP.