Washington. Ante un Barack Obama con la popularidad por los suelos -apenas de un 40%-, el Partido Republicano tiene la oportunidad de volver al poder en 2012. Para ello, necesita elegir un candidato convincente, tarea en la que está metido de lleno, aunque sin mucho éxito por el momento. La carrera por la candidatura presidencial en la oposición atraviesa por una fase de guerra sucia y desconcierto. Todo ello en medio de la división existente entre los ultraconservadores del Tea Party -con una importante base social- y quienes prefieren un candidato moderado que pueda atraer a los indecisos e independientes.
En lo que todos coinciden es en hacer de la economía su principal arma contra el mandatario. Los republicanos martillean el mensaje de que el comandante en jefe, pese a su oratoria y su carisma, no sabe cómo sacar al país de la crisis. El caos de la deuda que se vive en Europa parece dar la razón a los rivales republicanos que propugnan menos gobierno, menos impuestos y menos subsidios sociales.
Ocho aspirantes se disputan el honor de enfrentarse al presidente: el exgobernador de Massachusetts Mitt Romney; el gobernador de Texas, Rick Perry; el empresario Herman Cain; la congresista Michele Bachmann; el congresista Ron Paul; el expresidente de la Cámara de Representantes Newt Gingrich; el exsenador Rick Santorum; y el exembajador en China Jon Huntsman.
En esta fase preliminar de la pugna electoral, en la que los candidatos tienen que conquistar el favor de sus propias huestes, los ocho han hecho gala de un conservadurismo intachable en sus propuestas fiscales y sociales, con muy pocos matices. Aunque los aspirantes, de orígenes y tendencias diversas, tienen planteamientos muy dispares en otros ámbitos, en materia fiscal todos coinciden en su defensa de políticas basadas en reducir la carga impositiva del ciudadano y de los empresarios.
También rechazan el plan para crear empleos de Obama, que incluye eliminar las desgravaciones a los más ricos que introdujo su predecesor Bush, y sustituirlas por un aumento del 5,6 % en los impuestos de los que ganan más de un millón de dólares al año. Así, serán la coherencia en el discurso y en la vida privada, la resistencia y, desde luego, la capacidad financiera los factores que marcarán la diferencia cuando llegue la hora de proclamar al rival.