vitoria. El Partido Popular cuenta con el respaldo de las asociaciones de víctimas del terrorismo que a lo largo de los últimos ocho años han criticado insistentemente la política socialista en esta materia. Pero la nueva situación alumbrada tras el anuncio del cese en la actividad de la banda armada siembra de dudas la fidelidad de este mismo colectivo si, como apuntan las encuestas, la formación liderada por Mariano Rajoy recoge el testigo en La Moncloa y asume la responsabilidad de gestionar el fin definitivo de ETA.
El aspirante conservador sabe que las miles de personas que se concentraron ayer en Madrid para impedir cualquier tipo de concesión a la banda armada difícilmente entenderían gestos como el acercamiento de presos, la excarcelación o el cambio de régimen carcelario de algunos reclusos de la banda al acogerse a beneficios penitenciarios que hasta ahora rechazaban por expreso deseo de la cúpula etarra.
Esta cuenta pendiente tiene como interlocutores a dirigentes y personajes de la esfera pública sobradamente conocidos por Rajoy y su entorno, hasta el punto de que la mayoría, compañeros de partido incluidos, son muy cercanos al PP. Para muestra, la presencia ayer en la marcha convocada por Voces contra el Terrorismo, asociación liderada por Francisco José Alcaraz, de los dirigentes populares Jaime Mayor Oreja y Carlos Iturgaiz, entre otros.