Bilbao. Zapatero no dispone de margen de maniobra para experimentar en política penitenciaria ante la proximidad de las elecciones generales, pero seguirá dando pasos en las cárceles "en la medida de lo posible" y siempre desde la discreción. Esa es la principal conclusión que, según fuentes conocedoras del encuentro consultadas por este medio, se puede extraer de la reunión sostenida ayer entre el presidente español y el líder del EBB Iñigo Urkullu en Moncloa tras el cese de ETA. Una cita en la que habría quedado claro que el socialista no se extralimitará ni se saldrá de la senda emprendida hace meses con el acercamiento de presos críticos, y con la flexibilización de las condiciones de los enfermos. Moncloa "lleva tiempo" cuidando esos dos ámbitos, y su propósito pasaría por circunscribirse a trabajar en el terreno "al mismo ritmo". La inminente convocatoria electoral del 20-N y su rechazo a hipotecar la acción del futuro Gobierno español -y marcar línea a Alfredo Pérez Rubalcaba a menos de un mes de abandonar la esfera política- han restado posibilidades a un mandatario que, antes del comunicado de la organización armada, contempló dar pasos que podrían haber ido más allá de esas dos actuaciones. Además de barajar gestos con los siete presos enfermos -que pueden acceder a la libertad condicional por el artículo 92.1 del Código Penal-, pudo haber puesto su mirada en aquellos que hayan cumplido las tres cuartas partes de su condena -un total de doscientos, que debían rechazar la violencia y pedir perdón para acceder a los beneficios- y los sometidos a la doctrina Parot, que supone que esos beneficios se apliquen sobre el total de las penas y no sobre el máximo de permanencia en prisión, fijada en treinta años. Zapatero, en principio, no tocará esas dos posibilidades.

El encuentro con Urkullu, el primero que sostiene el inquilino de Moncloa a nivel político tras el comunicado de ETA, se encuadra en la frecuente interlocución entre el socialista y el jeltzale, que han trabajado mano a mano en materia de paz -ante un silente Gobierno Vasco y un beligerante PP-, y que han intercambiado con asiduidad opiniones sobre la crisis y el riesgo de contagio griego. El burukide aprovechó esa vía para trabajar por la legalización de Bildu y para convencer a Zapatero de que arriesgara por el nuevo tiempo, que ha tenido como colofón el cese definitivo de ETA. "Se comprometió y ha cumplido", dijo ayer el jeltzale en referencia al socialista. Su relación ha evolucionado desde "el recelo mutuo" hasta la actual confianza. Si ambos se ciñeron al protocolo a las puertas de Moncloa, una vez dentro "se fundieron en un abrazo", según fuentes solventes. Además, Zapatero regaló a Urkullu dos libros -Historia de la música y Antifonarium, una obra de partituras que incluye un CD con la interpretación de las piezas por los dominicos-. Al terminar la reunión, tomó un helicóptero para desplazarse a Bruselas.

Los pasos de Zapatero El líder de los socialistas circunscribirá cualquier paso al acercamiento de los presos que muestren su arrepentimiento, y a aquellos que sufran enfermedades, como ya sucediera recientemente en el caso de Ibon Iparragirre. La Audiencia Nacional decretó el pasado día 14 su puesta en libertad con medidas cautelares debido a su "grave estado de salud". En cuanto a la política de acercamientos, Madrid ha favorecido la agrupación de presos críticos en los penales de Zuera (Zaragoza), Villabona (Asturias) y Langraitz (Álava), a los que fueron trasladados reos como Joseba Urrosolo Sistiaga, Carmen Gisasola, Kepa Pikabea o Rafael Caride. El flujo comenzó a tornarse incesante a partir de junio de 2010. En solo dos meses, doce presos fueron acercados a Zuera y Villabona. No obstante, la política de traslados no ha sido fruto de la inventiva del PSOE, sino que el Gabinete Aznar ya llevó a 42 presos a cárceles de Hegoalde, y a otros cien a penales próximos a suelo vasco, tras la tregua decretada por ETA en 1998.

El ministro de la Presidencia Ramón Jáuregui también descartó embarcarse en más iniciativas -el responsable de Justicia Francisco Caamaño, por su parte, no descartó que tras las elecciones puedan producirse indultos-, y avaló la relación entre Zapatero y el jeltzale, que habrían "arriesgado" y hecho "política con mayúsculas" para llegar al final de la violencia propiciado por el "muy intenso" trabajo personal y político de ambos.

Urkullu, asimismo, pidió ayer a Zapatero que "siga empujando en el tiempo que le quede como presidente", y concretó sus reivindicaciones en la derogación de la Ley de Partidos y en la flexibilización de la política penitenciaria para que los reos de ETA tengan la misma consideración que el resto de penados, al tiempo que señaló la pertinencia de que la izquierda abertzale reconozca a las víctimas.

El burukide volvió a constatar su sintonía con el socialista, que "comparte que estamos en un nuevo tiempo y que hay que ir trabajando", toda vez que, según fuentes bien informadas, el mandatario español seguirá explorando la situación de los presos enfermos, que el PNV situó en la cúspide de las reivindicaciones en materia penitenciaria. Urkullu, en concreto, admitió que los cambios en las cárceles no pueden materializarse "de hoy para mañana", pero apeló al "humanismo" en el caso de los enfermos. Además, señaló el perdón como requisito para acceder a beneficios en los demás casos, y reclamó una reflexión sobre la Audiencia Nacional, "alejada del sentido de las garantías del juez natural".