DONOSTIA.EL proceso de reflexión que está protagonizando la militancia del PNV para modificar los estatutos del partido, que culminará en la Asamblea General prevista para los días 13, 14 y 15 de enero, irá más allá de las cuestiones meramente reglamentarias. Y es que la Ejecutiva de la formación jeltzale ha puesto sobre la mesa una propuesta largo tiempo acariciada, la de su cambio de nombre, pasando a llamarse Partido Nacional Vasco.

Esta posibilidad, que pretende reflejar la aceptación plena por parte de la sociedad de que Euskadi es una nación, así como subrayar un cambio de ciclo en la actual coyuntura política, con la normalización al alcance de la mano, afectará sin duda a los sentimientos más arraigados de la afiliación de un partido con 116 años de historia.

Dirigentes del PNV, un sociólogo y un profesor de Creatividad Publicitaria se posicionan, a petición de este periódico, sobre el eventual cambio de denominación. Todos ellos cruzan razones a favor y en contra de una decisión que es tema de conversación preferente en las reuniones de las bases jeltzales.

Para centrar el debate, nada mejor que acudir a uno de los muñidores de este planteamiento. El ex miembro del Euzkadi Buru Batzar José Antonio Rubalkaba, que ha participado como asesor en la redacción de la ponencia para el cambio de los estatutos -donde se encuadra la posible sustitución de Nacionalista por Nacional-, comienza quitando hierro al asunto. Así, asegura que "hace ocho años ya estuvimos pensando en cambiar el nombre del partido, pero no lo hicimos y ahora hemos decidido dar el paso".

A continuación explica que, a la hora de alumbrar el nombre del partido en castellano, Sabino Arana "coge esa idea moderna de principios del siglo XX de nación y de nacionalista, el defensor de ese concepto de nación vasca, en este caso". Agrega que "esa ha sido la tradición durante ciento y pico años, lo que pasa es que a partir de la Segunda Guerra Mundial el término nacionalista se ha degradado, a nivel europeo no suena muy bien, parece algo de una época distinta y hay que explicarlo".

Por todo ello, según Rubalkaba, con la denominación Partido Nacional Vasco "hacemos hincapié en lo que es la nación vasca y quitamos ese ista que tan mal suena en Europa". De este modo, "se moderniza la idea del partido, hemos intentado darle un nombre más actual, sin más misterio". Añade que "las siglas siguen igual porque no se modifican" y que, en cualquier caso, la decisión está ahora en manos de las organizaciones municipales del partido, que "van a discutir si están de acuerdo, o si deciden proponer otro nombre, que también podría darse el caso".

El diputado del PNV en el Congreso Emilio Olabarria opina que "no es solo un cambio semántico, tiene un valor simbólico". Según él, "el concepto nación identifica mejor la ideología del partido que la expresión nacionalista, más vinculada a la acción. Un partido nacionalista actúa en claves nacionalistas en la búsqueda de objetivos. Pretendemos ir más allá, dar un paso que trascienda de la mera acción".

Asevera que "ha pasado el tiempo, el partido ha madurado mucho, y va siendo hora de modificar un elemento descriptor de la acción para que pase a describir la identidad. Es el momento de reivindicar a Euskadi como nación y que hay un partido que lucha por ese reconocimiento".

En Gipuzkoa, el exalcalde jeltzale de Donostia, Ramón Labayen, reconoce que no conoce los motivos que han llevado a plantear el debate, y que la cuestión le ha dejado un poco "perplejo". "No entiendo qué diferencia hay entre nacionalismo y nación. ¿Qué significa el nuevo nombre? ¿Qué el PNV es una nación, que la nación es el PNV?", se pregunta.

Además, recuerda que el nombre del partido es Eusko Alderdi Jeltzalea, por lo que la traducción sería Partido Patriota Vasco, y no nacionalista o nacional. "No le veo mucho sentido a eso de partido nacional. ¿EA o Bildu no son acaso partidos nacionales?", se pregunta, insistiendo en que desconoce los motivos que han suscitado el debate.

Cambio lógico Desde un ámbito diferente, el profesor de Creatividad Publicitaria de la UPV Asier Arrieta considera que, si el PNV da finalmente el paso, sería un "cambio lógico". "La sociedad, los productos y las marcas evolucionan. Muchas veces los nombres o los logotipos se quedan estancados, cuando tienen que evolucionar junto con la sociedad. Si tomamos un partido político como un producto -aunque no es habitual que cambie de nombre-, tampoco es para echarse las manos a la cabeza. Es una evolución, no una revolución", explica.

Añade que "la sociedad vasca está viviendo una serie de cambios muy importantes y con el nuevo nombre, lo único que hace el PNV es adaptarse a esa nueva situación". A la pregunta de si la militancia deberá hacer un ejercicio de adaptación a esta posible modificación, Arrieta cree que "un partido está expuesto a toda la sociedad, por lo que un cambio de este tipo no se dirige tanto a sus militantes, ya que los propios seguidores de un producto conocen bien dicho producto. Los militantes son, de alguna manera, consumidores, y saben si la vocación del PNV es o no de nación". Concluye que "un nombre es una tarjeta de presentación y una forma de presentare al resto de la sociedad y transmitirle cosas".

La nota discordante la pone el portavoz de Navarra en la Asamblea Nacional del PNV y presidente de la junta municipal del partido en Pamplona, Iñigo Zabalza. "Soy partidario de mantener el nombre que tenemos desde nuestra fundación", afirma tajante. Argumenta para ello que "a las personas, como a las organizaciones, se nos conoce fundamentalmente por lo que somos y por lo que hacemos, no por el nombre".

Por este motivo, "que seamos un Partido Nacional Vasco en cuanto a que nuestro interés es una Euskadi conformada por cuatro territorios de Hegoalde, más los tres territorios de Iparralde, es innegable. El término nacionalista no elude esa vocación nacional que siempre hemos tenido".

Zabalza va más allá y señala que "más que el nombre, lo que pesa es el trayecto político que seas capaz de ofrecer a la sociedad. Que en los últimos 30 años Euskadi haya pasado a ser un referente de país, eso no te lo da el nombre, sino la capacidad de todos los hombres y mujeres del partido". "Que sea nacionalista o nacional es irrelevante, lo importante es qué se ofrece cuando se concurre a los comicios", zanja.

Concepto demonizado Si en algo coinciden todas las opiniones recabadas es en apuntar como razón para el cambio la devaluación que, con el paso de los años, ha sufrido el término nacionalista. El sociólogo Jon Urresti aporta su experiencia personal a este debate y rememora su participación "como observador de la UE en la guerra de los Balcanes".

"Cuando abordábamos el origen del conflicto, siempre aparecía el nacionalismo como el culpable de aquella situación", describe respecto a sus encuentros con los distintos bandos enfrentados. "Daba igual cuál fuera, el croata, el bosnio, el serbio… el acicate de la guerra era el nacionalismo en sí".

"Yo intentaba explicar que en mi país existía un partido y un movimiento social llamado nacionalista que para nada era belicista, pero nunca les pude convencer de que podría haber un abismo entre ese término y la guerra", asegura. En ese momento se dio cuenta de que "posiblemente, esa palabra decimonónica había dejado de tener frescura y sobre todo contenido en nuestra actual sociedad". Por este motivo, Urresti cree que "para estos nuevos tiempos que se avecinan en lo social, económico, político y la paz, me parece oportuno que se proponga este debate".

En la misma línea, Emilio Olabarria afirma que "el concepto de nacionalismo ha intentado ser conectado a movimientos en ocasiones totalitarios, y desde una perspectiva de identificación de nuestro partido, que siempre ha luchado por las libertades, las colectivas de nuestro pueblo y las individuales de los ciudadanos, el concepto nacional identifica mucho mejor lo que somos". El diputado vasco concluye que "de ahí viene el cambio, para evitar esas confusiones, esa polisemia, esa posibilidad de dar múltiples usos a ese vocablo. Es mejor decir lo que somos de verdad: un Partido Nacional Vasco".

El propio Iñigo Zabalza, que se opone al cambio de nombre del PNV, considera que "en los últimos años, sobre todo en el Estado español, el término nacionalista ha calado en un sentido peyorativo y se vincula a radicalidad, violencia e intransigencia". Añade, eso sí, que "no es menos cierto que conceptos como libertad o democracia también han sido ampliamente prostituidos".

Concluye que "aunque la palabra nacionalista tiene hoy día una carga simbólica negativa, lo cierto es que se nos conoce por lo que somos. Un partido como el nuestro no va a renunciar a vocablos como la libertad y la democracia por el hecho de que hayan sufrido un deterioro".

Sobre esta misma cuestión, el profesor Asier Arrieta asevera que el concepto "está muy demonizado; es curioso, porque desde el nacionalismo español se ha demonizado a los vascos y no así al revés". Por este motivo, el cambio de nombre "es también la manera de evitar un problema y aclarar ciertas cosas".

Discusión La pelota está en el tejado de la militancia jeltzale, que centra un debate que se desarrollará a nivel municipal y territorial hasta que llegue a su cénit en la Asamblea General de enero. El exparlamentario José Antonio Rubalkaba confía en que todo transcurra con normalidad: "Nuestras bases son inteligentes y sabrán comprender la cuestión que les planteamos. Siempre habrá nostálgicos que consideren que el nombre lleva muchos años y que hay que mantenerlo, y habrá otros que opinen que no. Todos podrán dar su opinión. Esa es la democracia y vamos a esperar lo que deciden".