Vitoria. De Oliveira es un joven portugués que llegó al País Vasco, un poco por amor, un poco por buscarse la vida. La encontró protegiendo a aquellos a los que ETA les negaba el derecho a ser libres y su carrera ha sido larga e intensa. Del Parlamento a la empresa privada ha conocido a fondo la realidad de la amenaza y ahora usa su experiencia para llevar la voz de los 1.800 escoltas afiliados a su asociación -de un total "menguante" de 3.000-, combatiendo mitos como los que rodean al salario o las filias y fobias políticas del colectivo. Pero sus ojos se muestran ahora inquietos. No por la posible llegada de la paz a Euskadi. "Pocos la quieren más que nosotros", asegura. Sino porque no entiende que el Gabinete López les niegue el pan, la sal y hasta la palabra ahora que, "si todo sale bien", podrían tener que empezar a buscar un nuevo futuro sin ETA.
¿Qué está pasando con la protección de los cargos públicos en el País Vasco?
Pues que han dejado de tenerla. Así de simple. El Gobierno Vasco ha recortado la protección dejando en uno los dos escoltas que protegían a la mayoría de cargos públicos y retirando los coches de seguridad con los que trabajábamos, y cualquier agencia te dirá que eso no es escolta; es acompañamiento. El coche era una herramienta fundamental porque funciona como elemento disuasorio y te puede sacar de muchos líos por la vía rápida. Ahora vamos en el coche del protegido, conducido por éste, que no tiene por qué tener nociones de conducción de seguridad o de fuga. Y lo que han conseguido así es poner en riesgo tanto al protegido como al escolta.
¿Cómo les ha explicado el Gobierno Vasco esta decisión?
De ninguna manera. El Gobierno Vasco no nos ha dado ni una sola explicación. Hemos pedido que nos reciba el señor Ares pero, aun siendo el máximo responsable de Interior, es el único que ni lo ha hecho ni nos ha explicado por qué. Vivimos sobre el terreno, somos gente razonable y sabemos lo que está pasando con ETA. Y es comprensible que se tomen algunas medidas. Pero también lo es que nosotros pongamos sobre la mesa nuestras inquietudes para buscar algún tipo de salida a nuestro colectivo. Eso es lo que les hemos trasladado a los diferentes grupos parlamentarios pero, aunque el PSE nos prometió que haría lo posible por lograrlo, no hemos podido hablar con ningún miembro del Gobierno Vasco.
López dijo que su decisión de reducir los servicios de escolta se basaba en informes de expertos, no en criterios políticos ni económicos. ¿Qué les parece esta explicación?
Que no cuadra de ninguna forma. Esos informes no existen, no pueden existir, porque los que podemos dar datos reales del día a día de la protección en Euskadi somos los que estamos trabajando a pie de calle, y ninguno recomendaríamos una decisión así. Por otro lado, si no existen motivos políticos ni económicos, ¿por qué se toma la decisión? Yo no sé la relación que tendrá el señor López con la izquierda abertzale y lo que le habrán contado, pero pensamos que es una decisión arriesgada y prematura aún. En cualquier caso, si el señor Ares está tan seguro de que no va a pasar nada y retira la protección incluso a sus concejales, ¿por qué no predica con el ejemplo y renuncia él al equipo de protección que mantiene intacto pese a los recortes? ¿Es que la vida de esos cargos públicos vale menos que la suya?
Por lo que dice saber de la situación, ¿realmente cree que no pasa nada ni va a pasar más?
Nunca se sabe. Si el proceso está y es cierto, chapó. Y estamos dispuestos a irnos a casa como en cualquier empresa que cierra. Sobre todo si es porque ya no va a haber más amenazas ni más violencia. Pero lo que decimos es que si realmente hay un cambio definitivo, no se reduzca sino que se eliminen todos los servicios de escolta privada que se fijaron en su día tras el asesinato de Miguel Ángel Blanco. Nosotros, de verdad, no tendríamos ningún problema en irnos a nuestras casas y, como cada una de las personas que vivimos en esta tierra, seríamos los primeros en celebrar la definitiva desaparición de la amenaza que ha creado ETA.
¿Se sienten utilizados o injustamente tratados?
La verdad es que sí. Están intentando mantener al colectivo callado mientras nos van haciendo desaparecer gota a gota, pero cuando has sacado a tu protegido de una bronca y te has llevado los golpes y los escupitajos que le querían dar, cuando has aguantado lo que hemos aguantado nosotros a todos los niveles de la vida, creo que las autoridades te deben tener algo más en cuenta. Nosotros en absoluto queremos ser ciudadanos privilegiados, pero sí es cierto que creemos que existe una deuda moral, aunque sé que a la gente puede no gustarle oír eso porque a nadie le gusta oír que debe. Pero creo que existe por dos motivos fundamentales: uno, que los escoltas privados hemos salvado muchas vidas -de hecho el propio Txeroki reconoció que nuestra presencia había desbaratado la búsqueda de información y objetivos para los comandos de ETA-; y dos, que hemos sido una pieza fundamental en el engranaje del sistema de libertades. Si no hubiésemos estado, por ejemplo durante la constitución de los ayuntamientos salidos del 22-M, muchos estarían aún sin constituir, porque ya vimos lo que pasó en algunos pueblos ese día. Los escoltas hemos hecho posible que los representantes elegidos por los ciudadanos hayan podido precisamente hacer eso, representarles. Y no hay que olvidar que hemos tenido una eficacia del 100%; que nunca ha muerto alguien protegido por un escolta privado. Y no queremos que nos hagan monumentos por ello, pero sí comprensión, un trato justo y no sentirnos utilizados y luego tirados como un kleenex.
¿Cómo plantean que se pague esa "deuda moral"?
Pues la verdad es que sólo pedimos un poco de cariño y comprensión. Somos conscientes de que la situación puede estar cambiando. Ojalá. Pero lo que nos molesta profundamente es que nadie haya sido capaz de decir hay un proceso en marcha y acabamos con los escoltas por esto o por esto. La satisfacción por el trabajo bien hecho queda para ti, y se cobra por ello, así que en ese sentido no hay ninguna deuda. Pero tras tanto trabajo y tantos problemas, sí pedimos que se nos busque una salida justa como se ha hecho con otros sectores privados en periodo de reconversión. En cambio, lo que nos encontramos es a un consejero de Interior que está trasladando a la sociedad que somos unos privilegiados que se tienen que ir de aquí rápidamente. Y eso no es justo. Sinceramente, nadie nos ha tratado peor y con tanto desprecio como este señor. Es increíble y llama la atención que esto venga de un Ejecutivo socialista. Siempre que estuvimos con el PNV, aunque cada uno tuviera su propia visión de la situación, siempre se nos trató con respeto e incluso con cariño, con bastante cariño. Pero lo de ahora es increíble.
Por cierto, ¿qué viene a cobrar un escolta en Euskadi?
Mira, mucha gente tiene la idea de que cobramos sueldos astronómicos, pero te lo voy a explicar claramente porque no hay que darle más vueltas. Nosotros tenemos contratos que regulan que trabajamos 17 días al mes, y por eso cobramos 1.900 euros. A partir de ahí, cada día extra que tienes que trabajar se paga a 100 euros. Pero no hay que perder de vista que estamos hablando de jornadas de 14 horas, por lo que al final la hora sale a menos de siete euros. No está nada mal, porque hay que tener en cuenta lo que gana la gente. Pero jugándote el tipo, tampoco creo que sea el escándalo que al final mucha gente piensa que es.
¿Qué otras ideas equivocadas creen que tiene sobre ustedes la mayoría de la sociedad?
Lo cierto es que hay muchas cosas que no se saben y que han dibujado la imagen distorsionada que muchos tienen del colectivo de escoltas. Por ejemplo, no sólo vamos siguiendo a los políticos. Hacemos informes cada día en los que informamos al Departamento de Interior de todo lo que haya hecho el protegido en los que debemos reseñar cualquier incidente que se haya producido -aunque esto moleste a algunos protegidos porque desvelaba dónde habían estado- (sonríe). Además, aunque es cierto que antes, sobre todo al principio, la mayoría veníamos de fuera, ahora la mayoría es gente vasca. Ah, y no vienen de haber sido policías ni legionarios. Alguno hay, pero son los menos. Y por último, aunque la gente nos vea tan serios, que somos personas que creamos lazos de cariño con los protegidos y con mucha gente que nos rodea, como cualquiera.
Volviendo a las salidas profesionales, ¿en qué están pensando?
Simplemente en que se nos dé una y que no sea la de la puerta de atrás. Nosotros hemos planteado cinco posibilidades: facilitar la jubilación de los trabajadores que tengan 55 años o más, como se suele hacer en todas las reconversiones; generalizar en todo el Estado la protección a las mujeres que son víctimas de la violencia de género y hacernos cargo de parte de ellas; asumir una pequeña parte de los 5.000 servicios de escolta que están prestando las Fuerzas de Seguridad del Estado -con lo que, aparte de que se liberarían agentes para otros cometidos se ahorraría, porque estos cuestan cinco veces más de lo que nosotros cobraríamos-; o participar de otros servicios como la protección de testigos o el traslado de presos. Las opciones son muchísimas. Sólo hace falta un poco de voluntad política.
¿Esperáis que la situación se pueda reconducir y que podáis llegar a un acuerdo con el Gobierno Vasco?
Contrariamente a lo que pueda pensar la gente, la mayoría de la gente que se dedica a esto es de aquí, por lo que insisto en que somos los primeros interesados en que esto [por la violencia de ETA] se solucione. Pero lo cierto es que tenemos una serie de problemas por nuestra profesión en ámbitos como la inserción laboral, ante la que en determinados pueblos estás señalado, y eso requiere analizar la cuestión con la misma voluntad política que se tuvo cuando se decidió que empezásemos a prestar estos servicios. Y no, visto lo visto, ahora mismo no tenemos muchas esperanzas de que este Ejecutivo cambie y se vuelva receptivo. El martes tenemos una reunión con Federico Trillo que será importante porque se prevé que el PP ganará por mayoría absoluta y este hombre puede pasar a ser Ministro del Interior. Vamos a ver por dónde respira, pero esperamos una respuesta diferente a la del señor Ares. Para empezar él sí nos recibe, aunque ya veremos.
¿Notan los escoltas que estamos en ese "nuevo tiempo"? ¿Ha cambiado en algo su día a día social?
Lo cierto es que aún no. Imagino que para eso hará falta la perspectiva que da el tiempo y que las cosas se encaucen en todas partes. Yo no sé cuántas veces habré tenido que cambiar las ruedas de mi coche porque me las he encontrado rajadas. Será complicado. Hemos sido un colectivo percibido casi como un grupo de agentes secretos, como parte de un sistema represivo. Y al final, esa idea errónea costará cambiarla y que vean que somos gente muy normal de todas las afiliaciones políticas. Muchos compañeros son del PP o del PSE, pero también por ejemplo del PNV y tienen el Eusko Gudariak como sintonía del móvil. Hasta ha habido algunos que se presentaron por Bildu en las últimas elecciones. Nosotros no estamos vinculados a la política. Vamos detrás de un señor y no nos interesa lo que piensa, sino que llegue a casa sano y salvo. Y el colectivo es tan plural como puede ser la sociedad vasca. Pero quizá haga falta tiempo para que eso se vea con normalidad, porque de momento la cosa sigue prácticamente igual. Al final, creo que se deberá reconocer que, aunque como en todas las casas haya habido algún cenutrio, la labor que hemos desarrollado ha sido positiva. Pero será cosa de normalizar las cosas y de que, por ejemplo, no se vea raro un brindis con Bildu, como sucedió hace nada en San Sebastián, ni nos vean como txakurras.
¿Tienen algún calendario de movilizaciones previsto tras la huelga desconvocada para defender sus reivindicaciones laborales?
A ver. En aquella huelga se metieron protagonismos sindicales que rompieron la unidad y, después de que el Delegado del Gobierno, Mikel Cabieces, estableciera unos servicios mínimos tan abusivos como del 100%, se vino abajo. Fue un día para olvidar. Hasta ridículo. Un sindicato no puede echar a correr por su cuenta planteando paros así como hizo Comisiones Obreras. Las cosas hay que hacerlas con consenso y con responsabilidad. Pero no, aún no hemos encontrado cómo hacerlo de forma que imperen los intereses del colectivo y no los de determinado sindicato.