BILBAO. PP y PSE han perdido su anillo de compromiso. Después de que suscribieran su entente al objeto de desalojar al PNV del Gobierno vasco y de terminar con su supuesta tibieza contra ETA, los socios preferentes se han quedado sin el símbolo más notorio de su matrimonio. Ahora que las filas de Mariano Rajoy miran a las elecciones generales del 20 de noviembre, el desgaste al candidato socialista Alfredo Pérez Rubalcaba, particularmente en lo concerniente a la organización armada, puede traducirse en una mayor presión sobre un lehendakari López que, sin embargo, se ve capaz de terminar su legislatura. El jefe de Lakua consideró que el pacto que le sustenta está blindado a prueba de votos, a pesar de que pueda alcanzarle el fuego cruzado de la pugna en el Estado, ante el antagonismo de un PP y un PSOE que en la CAV caminan de la mano. El portavoz del PSE José Antonio Pastor quiso sumarse ayer a ese optimismo al considerar en RNE que las discrepancias con el PP de la CAV sobre Bildu no tienen por qué afectar al pacto.
Y lo hizo a pesar de que Antonio Basagoiti apostara por la ilegalización, y a pesar de que el PP avisara a nivel estatal de que, si lograba acceder a Moncloa, impugnaría todos y cada uno de los gobiernos de Bildu. El socialismo vasco podría enfrentarse nuevamente a los tensos episodios que ya presidieron el debate sobre la expulsión de ANV de los ayuntamientos. La discusión alcanzó su punto álgido en el Parlamento Vasco el 11 de marzo de 2010, cuando los portavoces de PP y PSE, Carlos Urquijo y José Antonio Pastor, protagonizaron la primera gran trifulca entre los socios al dirimir sobre la iniciativa que deseaban aprobar los populares, y que no concitó el respaldo socialista. "En este asunto, el PP va a estar vigilante, y le advierto de que seremos inflexibles y, ante la falta de compromiso de asegurar que ningún disfraz de ETA-Batasuna estará en las elecciones de 2011, nos permitimos hacerle una advertencia: no vuelvan a repetir el error del año 2007", avisaba Urquijo.
"estrategia electoral" Pastor obvió los pasados enfrentamientos y opinó que la apuesta de Basagoiti "no afecta" al pacto porque sería "parte de la estrategia electoral del PP" -un argumento similar al que ya exhibió en 2010-. Además, sacudió de todo tipo de responsabilidad a su partido al asegurar que "no es a la política a quien hay que achacar esa responsabilidad", sino al Tribunal Constitucional, al tiempo que recordó que la ley permite retirar las actas a aquellos cargos que hayan cometido ilegalidades, de modo que la ilegalización "sería un tema bastante más complicado".
Por parte del PP de la CAV, su portavoz Leopoldo Barreda respondió al alcalde de Donostia por Bildu, Juan Carlos Izagirre, quien sostuvo que Basagoiti no favorece la normalización. El popular aseguró a Europa Press que el primer edil "está haciendo equiparaciones entre víctimas del terrorismo y quienes no lo son para tratar de diluir la responsabilidad de ETA". "Es incompatible saludarse amigablemente con la histórica Batasuna, pretender no condenar la trayectoria de ETA o no exigir su disolución con tender la mano a los demócratas", zanjó. En una entrevista concedida a la misma agencia también se pronunció el coordinador de Economía del PP Cristóbal Montoro, quien acusó a Rubalcaba de estar tratando de "apuntarse un tanto muy político" en la derrota de la organización armada, toda vez que consideró que Zapatero "no ha hecho lo suficiente para evitar la presencia de los representantes de ETA en las instituciones".
El PP no da respiro al PSOE, de forma que el horizonte podría presentarse desalentador para el socialismo vasco si Rajoy llega a Moncloa y consigue impugnar Bildu. Basagoiti podría forzar un adelanto electoral -la ausencia de la coalición podría posibilitarle repetir su pacto con López- y confiar en que el PSE se debilite y dependa más de su apoyo.