madrid. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, recabó ayer el respaldo de los grupos del Congreso a las medidas aprobadas la pasada semana por los países del euro para lograr la estabilidad de sus economías, pero todos han asumido que ese objetivo aún llevará tiempo.

Zapatero compareció ante el pleno de la Cámara Baja -el último antes de este periodo de sesiones- para detallar esos acuerdos de los líderes de los diecisiete países que comparten moneda y con los que pretendían una nueva ayuda a Grecia y poner fin a las turbulencias de los mercados y a los ataques a las deudas soberanas de varios países, entre ellos España. A la vista de cómo evoluciona ese comportamiento y con algunas primas de riesgo bastante elevadas, tanto Zapatero como el líder del PP, Mariano Rajoy, y los representantes del resto de grupos reconocieron que la estabilidad no se logrará a corto plazo.

El presidente del Gobierno ha señalado que los acuerdos "son sólidos y garantizan que los países de la eurozona van a seguir haciendo todo lo necesario", pero advirtió de que "llevará tiempo". "Lo que toca ahora es implementar a la mayor brevedad esas medidas", dijo.

Rajoy dijo que le gustaría pensar que las turbulencias serán pasajeras, y aprovechó para acusar al Gobierno de carecer de capacidad "para completar las medidas necesarias para la revitalización económica en España". Tildó de "crepuscular" al Ejecutivo y acusó a su presidente de gobernar con "los focos apagados, de modo que todo el país está paralizado y del Ejecutivo ya sólo cabe esperar la fecha de las elecciones". Rajoy no obstante reiteró el apoyo del PP al segundo rescate a Grecia "por solidaridad con los griegos y para fortalecer al euro", que calificó como "la principal apuesta económica" de España.

El portavoz de Economía de CiU, Josep Sánchez Llibre, advirtió de que el acuerdo de la eurozona no pondrá fin a las tensiones hasta que el conjunto de la misma garantice "globalmente la deuda soberana de todos sus países miembros". Pedro Azpiazu, del PNV, defendió la misma tesis y apostó por la emisión de eurobonos señalando que el plan de recuperación económica "no debería ser sólo griego sino que tendría que organizarse a escala europea".

Para el portavoz de ERC, Joan Ridao, "es evidente que la batalla del euro va a continuar" y por eso hay que "aparcar la euforia y el entusiasmo" del acuerdo, porque sólo ha servido para ganar tiempo "a la espera de futuros episodios especulativos". El diputado de IU, Gaspar Llamazares, definió el acuerdo como una "metáfora de la impotencia de la política" no sólo en Europa sino en el propio Congreso de los Diputados.

Carlos Salvador, de UPN, advirtió de que "sigue todo más o menos igual" porque la "inestabilidad, la incertidumbre y las vacilaciones" continúan "cuestionando la credibilidad del Gobierno y del país".