Vitoria. Alberto de la Cuesta dirige una empresa que ofrece aplicar las nuevas tecnologías a otras organizaciones para mejorar su eficacia. Ayer compartió sus ideas con políticos de diversos países en el marco de la Conferencia de Asambleas Legislativas de Europa, que con la e-democracia se enfrentan al reto de superar su miedos y entender que deben comprometerse para acortar la brecha que separa a los ciudadanos de sus representantes electos.

¿Cómo está de madura la e-democracia?

Los expertos que hemos acudido a estas jornadas hemos refrendado que la tecnología y la sociedad han evolucionado, pero a un ritmo que no han seguido las instituciones. El reto es qué se puede hacer en un momento en el que la participación ciudadana se va imponiendo como criterio en todos los ámbitos para que también las instituciones se abran a recibir el criterio de los ciudadanos; cómo modificar su arquitectura, su funcionamiento interno, para que puedan hacerlo. A la vez, tenemos un alto índice de analfabetización digital de los cargos electos. Solucionar estos dos problemas requiere una solución innovadora, pero tenemos la ventaja de que los problemas son comunes en todas las instituciones, y por lo tanto las soluciones también deben serlo. Por eso se crea un grupo de trabajo en la CALRE, para remodelar procesos internos de gestión y poder abordar una apertura hacia la ciudadanía.

¿Por qué es tan importante avanzar en este campo?

Porque los ciudadanos exigen saber quién va al parlamento, qué vota,... De una forma u otra se van a enterar, por lo que se debe facilitar la información de primera mano. Es tiempo de transparencia, de agilizar la gestión para que llegue al ciudadano.

¿Sabe la clase política de qué herramientas dispone y cómo usarlas?

Tenemos algunas experiencias individuales muy buenas, pero la mayoría las desconocen o les importa poco usarlas, porque piensan que no van con ellos, que es una moda transitoria que ahora les está amenazando -como Facebook, Twitter,...- pero que en esa transición pueden sobrevivir. Sin embargo, los expertos les hemos dicho que o toman medidas urgentes o se quedan fuera de juego. La sociedad no va a perdonar cuatro años más que las instituciones no sean totalmente transparentes, que no les den acceso a la información, que no se trabaje de cara a la sociedad. La exigencia es cada vez mayor y hay que responder.

¿Pervive ese concepto de amenaza, de miedo por parte de los políticos a abrirse a estos cambios?

Sí, hay miedo por desconocimiento a lo nuevo. Les resulta difícil porque no sólo se enfrentan a la tecnología que no conocen, sino a un nuevo canal por el que un ciudadano anónimo les está pidiendo una información que no estaban acostumbrados a dar. No saben cómo dirigirse a él. En el mundo analógico, ellos se acercaban al ciudadano sólo en época de elecciones. Iban a la plaza del pueblo, daban la mano y se relacionaban con la gente, pero una vez elegidos es el ciudadano el que debe ir al Parlamento a hablar con ellos. Parece que les habilitamos para cuatro años en los que son libres de hacer lo que quieran. Sin embargo, en la era digital, una de las amenazas para este modelo es que aquellos ciudadanos que saben utilizar las nuevas tecnologías no quieren ser representados por un electo que no las maneje. Si no es capaz de buscar información, analizarla y compartirla, ¿cómo va a ser capaz de gestionar dinero público? Por muy competente que haya sido en otros ámbitos, rechazan que decida por dónde debe modernizarse la sociedad, porque el primero que se tiene que ir modernizando es él.

Algunas de estas claves suenan a Movimiento 15-M. ¿Hay algún vaso comunicante entre sus reivindicaciones y la e-democracia?

Podríamos decir que el 15-M se ha apuntado a la e-democracia. También hay otros colectivos que exigimos que haya mayor transparencia desde las instituciones al ciudadano, y también hay políticos en el propio Parlamento Vasco preocupados por que esto suceda de forma rápida y eficaz. Pero es mucho tomate el que tienen que abordar.

Hablando del País Vasco, donde ya se han ensayado fórmulas como Irekia, ¿qué nota le pone al estado de la e-democracia?

A nivel conceptual se ha dado un avance importante. A nivel funcional se han dado algunos pasos que no han dado todo lo que se esperaba, pero creo que han marcado el camino a seguir, que han abierto brecha, e incluso las experiencias que no han llegado a funcionar como se esperaba pueden ser un ejemplo para que las nuevas estén mejor definidas y demos el salto cualitativo que espera la sociedad.