La salida del PNV del Gobierno Vasco merced al acuerdo entre PP y PSE convirtió hace dos años al Grupo Nacionalista del Congreso en el principal baluarte de poder de la formación jeltzale, junto con las diputaciones forales. Si los diputados del PNV siempre fueron importantes, y en ocasiones decisivos en la gobernabilidad del Estado español, las debilidades parlamentarias de Zapatero y la pérdida de poder en Euskadi han hecho de los de Erkoreka el eje de la actividad del PNV.

El año pasado, por ejemplo, los jeltzales forzaron al presidente a cerrar una veintena de traspasos, a cambio de permitirle gobernar un año más. Y lo hicieron obligándole, antes, a cumplir con los compromisos adquiridos el año anterior. Si el PSOE quería sentarse a hablar, primero tenía que confirmar el traspaso de las políticas activas de empleo a Euskadi, bloqueado durante todo un año a cuenta de las bonificaciones a la contratación, ayer objeto de disenso irreparable, hoy defendidas por todos.

Este año, el PNV va a repetir la estrategia. El portavoz del PNV en el Congreso advirtió la semana pasada en el tono más duro que pudo de que si Zapatero quiere volver a contar con el apoyo jeltzale a sus Presupuestos debía cerrar los seis traspasos pendientes del primer semestre antes del 30 de junio y avanzar de forma notable en los que restan para la segunda mitad del año.

"Vamos a ser inflexibles", aseguraba Josu Erkoreka en el Congreso, y aunque el socialista Txiki Benegas criticó indignado que se le emplazara a negociar "bajo amenazas", el viernes el PNV salió del Congreso con el paquete previsto para el primer semestre bajo el brazo, 11 competencias destinadas al Gobierno de Patxi López, que una vez más sufre con impotencia la humillación de que el PNV se erija en interlocutor de Euskadi con el Estado.

A los socialistas no les quedaba más remedio que atender a las peticiones del PNV, toda vez que esta semana se vota el techo de gasto presupuestario, imprescindible para redactar los Presupuestos, y Zapatero necesita al menos la abstención de los jeltzales.

Además, del encuentro del viernes los nacionalistas extrajeron la promesa de que se empezará a trabajar de forma inminente sobre las transferencias de la gestión de la AP-68 y de los ferrocarriles de cercanías. La satisfacción era plena, pero el PNV trató de mantener intacta su capacidad de presión. El diputado nacionalista Aitor Esteban dijo no ver "tan claro" que el cumplimiento de la primera parte del acuerdo presupuestario para 2011 suponga que el PNV se va a sentar sin más a la mesa para negociar su apoyo a Zapatero el próximo otoño.

El PNV quiere atar cuanto antes el resto de los traspasos acordados, entre otras cosas porque, al contrario que el año pasado, esta vez no tiene tan claro que el PSOE quiera seguir gobernando hasta 2012.

El adelanto electoral, que dejaría en papel mojado la capacidad de influencia del PNV, planea sobre el Congreso, y antes de que se tome una decisión al respecto y la fuerza de los jeltzales en Madrid pueda verse desactivada, Erkoreka quiere que el Gobierno cumpla con su parte del trato. Los nacionalistas pretenden "acelerar" las negociaciones sobre las competencias previstas para el segundo semestre y cerrarlas en julio, sabedores además de que el PSOE puede encontrar en CiU un apoyo periférico alternativo al PNV.

En todo caso, los nacionalistas vascos se van haciendo a la idea de que, sea a corto o a medio plazo -Erkoreka apuesta por que Zapatero intentará aguantar hasta el final-, en La Moncloa va a haber cambios. Rubalcaba planteará batalla, pero a día de hoy todo indica que las próximas elecciones generales, se celebren en 2012 o el próximo otoño, serán las de Mariano Rajoy.

En ese sentido, hace ya tiempo que el PNV tiene cauces abiertos con los populares. La relación entre Urkullu y Rajoy es relativamente fluida. El presidente del EBB llamó al dirigente popular en la misma noche electoral del 22-M para felicitarle por los resultados cosechados en todo el Estado, y desde que acabaron con años de desencuentro entre las dos formaciones dejándose fotografiar juntos en el Congreso de los Diputados hace ahora un año, han mantenido varias conversaciones telefónicas para intercambiar opiniones sobre la política del día a día en España y en Euskadi.