madrid/barcelona. Miles de indignados continuaban ayer con sus protestas a lo largo de todo el Estado. Los acampados en la Puerta del Sol de Madrid, con una mayor dosis de indignación, todavía si cabe, aseguraban ayer que su protesta no interrumpe el tráfico, no afecta al pequeño comercio y no crea ningún problema de seguridad ni de insalubridad, por lo que no hay ningún motivo para el desalojo, como pidieron el viernes el Ejecutivo regional y el Ayuntamiento de Madrid.
Así lo afirmó ayer, en un manifiesto, la Comisión Legal de la acampada, que respondió por escrito a las declaraciones del viernes del consejero en funciones de Presidencia, Justicia e Interior, Francisco Granados, en la que exigió al Ministerio del Interior el desalojo inmediato de Sol porque la concentración está "degenerando de manera dramática en un asentamiento prácticamente chabolista".
El concejal de Seguridad del Ayuntamiento de Madrid en funciones, Pedro Calvo, también consideró necesario intervenir para evitar un "problema de salud pública", como según adelantó se prevé en el informe elaborado por Madrid Salud.
Ante estas declaraciones, la Comisión Legal de la acampada aseguró que "no se está interrumpiendo el tráfico rodado", "no consta en modo alguno que la acampada esté afectando al pequeño comercio de la zona" y "no se ha creado ningún problema de seguridad".
Sostuvo asimismo que, "ante la amenaza de instar un expediente de insalubridad por parte del Ayuntamiento", ha de saberse que "los servicios municipales de limpieza han acreditado en la mañana del viernes que no existe problema alguno de salubridad en la plaza".
Por eso opinó que Granados solicita el desalojo basándose en "unos hechos que no están acreditados, y sin alegar razón jurídica alguna para que el mismo se lleve a efecto". En su opinión, la Comunidad de Madrid "no debería alentar a que el Ministerio de Interior adopte decisiones como la dramáticamente llevada a cabo en Barcelona, que ha provocado decenas de personas heridas".
adhesiones en barcelona En la Ciudad Condal, tras los graves disturbios del viernes, los indignados volvieron a la Plaza Catalunya. Cientos de ciudadanos de todas las edades visitaban ayer el lugar, unos para animar a los acampados a seguir con su protesta, y otros para colaborar en la reorganización del campamento tras la operación policial del viernes, que generó más adhesiones que nunca al movimiento de protesta. Familias con niños que participaron en talleres de pintura organizados por los acampados, personas mayores que asistieron a las intervenciones espontáneas sobre la situación del país, curiosos, y gente de todas las edades convirtieron ayer la plaza en una auténtica fiesta.
Lo primero que hicieron ayer por la mañana los "indignados" fue dejar la plaza limpia como "una patena", para demostrar que la actuación policial del viernes, con la excusa de que había que limpiar, era innecesaria y sólo pretendían desalojarlos.
Escobas, fregonas, agua, jabón y lejía fueron utilizadas por brigadas de jóvenes para limpiar el amplio círculo central de la Plaza Catalunya con mucho mayor ahínco que en los días anteriores de acampada.
Ayer por la mañana, mientras unos limpiaban la plaza, una veintena de jóvenes se concentraron delante de la comisaria de los Mossos d'Esquadra de Les Corts en apoyo a la única persona que fue detenida en los aledaños de la plaza Catalunya durante los incidentes del viernes, posteriormente puesta en libertad, y que ayer acudió a prestar declaración acompañado de su abogado.
En la acampada se pudieron ver muchos medios de comunicación, nacionales y extranjeros, que siguen de cerca el movimiento de protesta, que ahora cuenta incluso con una sección internacional para mantener contactos con otros movimientos similares en el extranjero.
A última hora de la tarde, los cientos de acampados en la plaza Catalunya decidieron mantener la protesta por la noche y compartir, por tanto, este espacio con los seguidores del Barça que se acercarían hasta allí para festejar el triunfo de su equipo, en el caso de que ganara la final de la Champions, que al cierre de esta edición se jugaba en Londres.