La campaña electoral no sólo es un mostrador de siglas con grandes aparatos de comunicación y marketing político a su servicio. También es el escaparate perfecto para un sinfín de plataformas, agrupaciones y colectivos que buscan apretar a los que serán sus representantes públicos cuando están más tiernos y son más sensibles. Tanto al halago, como a la crítica.

Hoy, quienes se acerquen a la pretendida Plaza de la Provincia sobre las once de la mañana -entre el acto que celebrará el PNV media hora antes, y el que reunirá a los candidatos de Bildu media hora después- se encontrará con las reivindicaciones de Pentsionistak Martxan.

Entre ellas está la de descabalgar a Xabier Agirre del sillón presidencial de la Diputación. A su juicio, Agirre ha obtenido un "muy deficiente" en materias que les afectan directamente como los servicios sociales, la ayuda a domicilio o las propias pensiones; leit motiv último de la puesta en marcha de este colectivo cuyos orígenes se encuentran en los recortes apuntados por el Gabinete Zapatero. "Ante estos resultados", dicen refiriéndose a Agirre, "le exigimos dejar el sitio libre para que otras personas lo hagan mejor, ya que él y su partido han demostrado que no están a la altura", concluyen.

¿qui prodest? Pero, precisamente por el ambiente electoral que la campaña destila, y ya que no se presentan directamente a las elecciones, estas convocatorias dan pie a preguntarse como los romanos, ¿qui prodest?, ¿a quién benefician?".

Algunos de los candidatos han salido de plataformas de este tipo, como el cabeza de lista de UPyD por Vitoria. Por otra parte, localidades como Artziniega, Llodio o Ayala han visto cómo algunas de estas plataformas ciudadanas se han convertido directamente en partidos. Y mientras, a medio camino, quedan presos los colectivos sobre cuya implicación social sobrevuela la sombra de la duda política.