ACABA de cumplir 40 años, la misma edad que tenía Zapatero cuando se hizo con la secretaría general del PSOE. Carme Chacón es la cara por la que apuestan quienes defienden una renovación generacional en el socialismo y, sobre todo, es la cara del PSC, que podría seguir a la ministra hasta el infinito y más allá. Hija de una abogada barcelonesa y de un bombero almeriense, nieta de un anarquista aragonés, licenciada en Derecho, su ascenso a la jefatura del PSOE supondría una doble revolución porque es mujer y es catalana. Claro que tampoco sería la primera vez que Chacón rompe moldes. Nació con una cardiopatía congénita que no ha sido obstáculo para ser la primera mujer al frente de las Fuerzas Armadas españolas.

Lecciones de marketing no le faltan. Está casada con Miguel Barroso, uno de los mejores especialistas en comunicación política, que ha catapultado su meteórica carrera. Fue teniente de alcalde de Esplugues durante cuatro años (1999-2003), pero su curriculum se aceleró en 2007 cuando llegó al Gobierno como titular de Vivienda. Menos de un año después, se convirtió en la primera ministra de Defensa de la historia de España y en la primera embarazada en formar parte de un Gobierno. Aún no había dado a luz cuando visitó a las tropas españolas en Afganistán. Una vez más dejaba claro que no necesitaba testosterona.

"He percibido que es una mujer muy resolutiva y echada para delante en los temas de su Ministerio. Pero por lo demás es extremadamente educada y atenta, cuando le mando un SMS me contesta a los cinco minutos, a raíz de los ataques de piratas del Indico, si le pido que hable con un arrantzale ella le atiende", afirma José Ramón Beloki, que la trata en el Congreso con frecuencia.

De su gira sorpresa a Afganistán han pasado ya casi tres años, y durante este tiempo, Chacón se ha mantenido siempre como uno de los miembros mejor valorados del Ejecutivo, con dotes acreditadas de mando. Aunque encarna la quintaesencia del zapaterismo, para los electores una mujer candidata a la presidencia del Gobierno para 2012 sería un elemento estimulante, que quizá movilizaría a gran parte del electorado de izquierdas.