Estimada Doña Ana: una mujer somoteña me acaba de regalar una bolsa llena de jocotes tronadores, esa fruta parecida a una ciruela ovalada que cuando se muerde truena por su carnosidad. Están deliciosos y truenan, aunque no tanto como sus sicarios de por aquí.

Le cuento. Su delegado en Somoto, el tal Aquiles, es un pájaro de cuidado. Podría ser un sisonte, tan abundante en sus fincas, cuya característica es que no tiene canto propio, imita al resto. Pero el tipo, como sabe, no es inofensivo como esa delicada ave; va armado a pesar de que preside una fundación benéfica. Tan benéfica que va por la vida ofreciendo tiros gratis. No le debía bastar el pistolón, porque llamó al jefe de la policía cuando pregunté por sus propiedades. Pero tampoco se le ve listo, porque no le dio tiempo a quitarme el pasaporte aunque lo intentó. Es más bien brutote. Y si le han hecho cuentos de que quien le escribe iba por ahí diciendo que era su hermano, le están mintiendo. Afortunadamente no tenemos gran parecido usted y yo. Ni estético, ni ético.

Ay! doña Ana, pero con qué gente se ha juntado usted por aquí que habiendo tanto buen somoteño ha tenido que escoger a lo peor de cada casa. Porque mire que el Marvin Corrales también tiene un historial delictivo de lo más que curioso. Diez años en la sombra por delator. Visto cómo se las gastaba el tal Aquiles, he evitado a Marvin. Ya usted sabe?

Por cierto, antes de que se me olvide, salude en Chile al tío de Aquiles. Sí, doña Ana, Salvador García Corrales, al que se ha llevado puesto de Somoto a Santiago. No sé si ya le ha buscado empleo, me dijeron que lo de jardinero no le va. Pero, eso sí, es fiel y le hace un trabajo digno del mejor escribidor en las web del Grupo Noticias. Se le ve preocupado, porque lo mismo se les cae el chiringuito y se tiene que poner a trabajar de verdad. No se lleva demasiado lo de trabajar en el clan García Corrales.

Supongo, doña Ana, que a Salvador le habrá dispensado de pagar la comisión que los somoteños que llevó a Lasarte sí debían abonar "a una tal Conchita o Concepción", la mujer dedicada por usted a esa parte del negocio. Sí, negocio. El empleado, inmigrante somoteño en Euskadi, tenía que pagar a su intermediaria. Para que nos entendamos, doña Ana, lo que viene siendo aprovecharse del más necesitado. No mire muy lejos para descubrir quién me lo contó.

Voy a por otro jocote tronador. A mí me pasa con el jocote lo que a usted con las hectáreas, que es empezar y no parar.