donostia. Apenas dos días después de la marcha que recorrió el sábado las calles de Bilbao, ¿qué valoración hace como uno de los agentes que la convocó?
Creo que fue muy importante por lo numeroso, integrador y plural de la movilización. Lo que se demostró el sábado es que hay un deseo y una corriente social muy importante, por no decir mayoritaria, que pide aprovechar la ocasión que tenemos y quiere que se den pasos hacia la legalización y el final de la violencia. Y opino que esta oportunidad no tiene vuelta atrás.
La manifestación de anteayer culmina una semana que empezó con la llegada a Euskadi del Grupo Internacional de Contacto (GIC). ¿Cuál es su primera impresión de la visita?
Positiva. El GIC es un grupo de calidad, de mucha experiencia, con capacidades en ámbitos diferentes para tratar cuestiones sobre facilitación, diálogo, memoria, presos, torturas, legalización... y tampoco percibo que haya habido reacciones distintas a las que cabía esperar. Al final, un grupo de estos puede tener éxito cuando va generando confianza y va haciendo aportaciones interesantes. Esto solo ha sido el comienzo.
En el documental de "TV3" "Pluja seca" reconoce, con cierto cariño, que "posiblemente, Brian Currin no sea el mejor mediador" que ha trabajado en Euskadi. ¿Por qué?
Lo dije porque, a diferencia de otros, o no ha podido o no ha sabido generar confianza en otros sectores. Aun así, Currin ha hecho una aportación indispensable para entender por qué ahora tenemos una oportunidad: la unilateralidad. Ha transmitido que cada uno tiene que hacer lo que tiene en su mano para poder cambiar la situación. ¿Sin Currin hubiera ocurrido? No lo sé. Lo que sí sé es que con él ha ocurrido.
Ese documental arranca con una carta amenazante, supuestamente escrita por ETA, que recibe Currin en 2008 en su casa de Sudáfrica y que le exige que cese su labor en Euskadi. Sea de la organización armada o de los servicios secretos como algunos valoran en el reportaje, lo que deja claro es que alguien considera relevante la labor de Currin.
Voy a dar dos datos: personas que le critican reconocen en privado que su labor ha sido importante y, por otro lado, el hecho de que tanto él como los demás firmantes de la Declaración de Bruselas han recibido presiones durante este tiempo. En torno a Currin se ha instalado un mantra: quién le ha llamado y quién le paga. Con eso ya se intenta desprestigiar lo que está haciendo, pero solo hay que ver qué decía en octubre de 2009 que podía pasar y lo que ha sucedido. Que alguien me demuestre que lo que dijo entonces no es cierto. De hecho, estamos mucho mejor de lo que él decía que esperaba.
¿Qué opina de los miembros del GIC?
No son unos indocumentados. Hasta donde sé, la elección de esas personas ha sido muy medida y pensada para que puedan hacer aportaciones reales. Coincido en que la solución a este problema la tiene la sociedad vasca, los partidos y las instituciones, pero no se puede despreciar el asesoramiento de personas que tienen tanta experiencia.
En otros conflictos, al final han sido los propios del lugar quienes han tomado las riendas, pero en este GIC no hay vascos.
La tarea de la paz y lograr la convivencia inclusiva la tienen que liderar la ciudadanía y sus representantes políticos: nadie va a venir de fuera a solucionarnos el problema.
De todos modos, defiende la necesidad de expertos internacionales.
Sí, en todos los lugares del mundo en el que ha habido un problema similar, siempre se ha contado con el asesoramiento de expertos. Ofrecen un conocimiento y experiencia que no tenemos por dos razones: uno, porque estamos muy metidos en nuestra realidad, sin tener la perspectiva suficiente y, dos, los procesos que hemos vivido han fracasado. ¡No tenemos experiencia en ningún proceso de paz que haya salido bien! Los conflictos son diferentes, esto no es Irlanda del Norte o Sudáfrica, pero una idea general de como afrontar estas cuestiones sí pueden aportar.
Uno de los más críticos con el GIC ha sido el presidente del PP vasco, Antonio Basagoiti, con el que usted ya ha cruzado mensajes en "Twitter".
Está en su perfecto derecho de criticar al GIC, ¡faltaría más! Incluso tiene mayor legitimidad, porque representa a uno de los partidos mayoritarios, pero no debería caer en el insulto. No me preocupa que sea crítico, sino que su discurso y su estrategia sigan basados en la exclusión de parte de la ciudadanía y en la idea de que la única solución pasa por la derrota y la humillación. Sería importante que cambie esta postura y que pueda entender el gran esfuerzo que ha hecho Ezker Abertzalea, la claridad con la que ha hablado y que abre una nueva etapa que exige cambiar su propia estrategia.
Otra de las noticias de la semana fue la impugnación de la inscripción de Sortu en el Registro de Partidos.
Me ha llamado la atención que el Gobierno lo haya hecho sin agotar los plazos. Estoy a favor de la legalización directamente, pero es positivo que, una vez tomada esa decisión, lo hayan llevado a los tribunales cuanto antes, a ver si hay una resolución en plazo como para que Sortu pueda estar en las próximas elecciones, contando que puedan estar.
Ustedes organizaron el acto del Palacio Euskalduna en el que Rufi Etxeberria y el abogado Iñigo Iruin explicaron las bases de Sortu. ¿Por qué lo hicieron?
Las dos claves para nosotros son el fin de la violencia de ETA y la legalización de Sortu y por ellos estamos dispuestos a arriesgarlo todo. Una vez conocidas las líneas generales del acto, que va a tener un antes y un después, si podemos colaborar, ésa es nuestra función.
¿Qué supone que ETA no haya anunciado el final definitivo?
El paso dado ya es muy importante. Hace año y medio, quizá me repita demasiado, parecía imposible que ETA declarara un alto el fuego. Hoy estamos en una situación de no-violencia que retira muchos obstáculos, pero no todos. Ahora bien, un proceso de paz irreversible exige dos condiciones: que ETA ponga fin a la violencia de manera definitiva y que Sortu sea legalizado.
El último comunicado de ETA habla de un alto el fuego "que puede ser verificado internacionalmente". ¿Cree que ha habido avances en esto?
Es una cuestión muy delicada y hay que actuar con prudencia. No se puede verificar de cualquier manera. Soy de los que piensa que hay que ponerla en marcha en cuanto sea posible, porque daría garantías y tranquilidad a quienes siguen amenazados, pero hay que organizarla bien.
Muchos coinciden en que ambas llegarán antes o después, pero ¿la legalización de Sortu facilitaría la desaparición de ETA o es la disolución de la organización armada la que posibilitaría la legalización de Sortu?
Es el eterno debate. Se puede argumentar en ambas cuestiones. Si ETA dejara la violencia de manera definitiva, no creo que a nadie se le ocurriera poner todavía más condiciones para que Sortu sea legal. En sentido contrario, si Sortu es legal, se le deja a ETA sin argumentos para justificar una vuelta a la violencia. Ambas son exigibles de manera independiente, pero los cimientos de un proceso de paz irreversible, exitoso y definitivo exige que las dos se cumplan. Estamos a las puertas de conseguir las dos: ahora la clave es rematar la jugada.
Tras la Declaración de Bruselas, se decía que lo "deseable" era que ETA respondiera antes de septiembre. ¿Tiene plazos para esta nueva fase?
Yo por lo menos no los tengo. El único y porque lo marca el terreno político es el de las elecciones. Espero y deseo que ETA entienda cuanto antes que, siendo importante el paso dado, declarar cuanto antes el fin de la violencia contribuiría a abrir una etapa absolutamente distinta. Por un lado, está la urgencia de que todas las personas amenazadas necesitan conocer ese fin y luego está que no se ha valorado suficientemente que ETA haya llegado a este punto sin escisiones. Si se puede y hay oportunidad, será mejor que esto se mantenga en el futuro, que no haya grupos desgajados, como en Irlanda del Norte.
De todos modos, los informes policiales conocidos a finales de la semana pasada al hilo de Sortu, vinculan la formación con la propia organización armada. ¿Qué opina?
Es surrealista. El fiscal jefe del TSJPV, Juan Calparsoro, dijo que las personas eran las mismas, pero que la diferencia era que no amparan la violencia. Además, la cuestión es legalizar un partido ilegalizado cuando la ley está pensada para ilegalizar, no para legalizar. Pueden ser las mismas personas, pero hay tal cambio con lo que plantean que no se puede afirmar sin más que "es Batasuna" o que "es ETA". Y, en tercer lugar, los informes hacen referencia a 2008 y 2009, diciendo ETA que quiere controlar un partido. ¡Claro que querría! Pero el proceso de debate y liderazgo de Ezker Abertzalea desde entonces ha hecho que todo eso cambie.
¿Que Sortu no esté en estas elecciones sería un fracaso?
Una de las grandes virtudes de lo que ha ocurrido es que nos hemos situado siempre en la peor de las hipótesis. Mi previsión es que Sortu no sea legal para mayo, porque se dilate el proceso judicial. Ante esto, la izquierda abertzale hoy ilegalizada tiene una decisión tomada pese a lo que hagan el Gobierno y el Supremo. No sería un fracaso, sino un obstáculo. Ahora hay que hacer lo posible para la legalización porque sería un paso decisivo para nuestro futuro. Si no, a seguir trabajando.
La portavoz del Gobierno Vasco, Idoia Mendia, dijo que aceptar facilitadores o mediadores sería un "reconocimiento de inmadurez". ¿Cómo valora el papel del Ejecutivo?
Solo hay dos cosas que me llaman la atención: en primer lugar, que cuando se habla de innovación social o innovación tecnológica sí se traen expertos internacionales, sin que eso signifique que somos inmaduros o incapaces. En segundo lugar, le animaría al lehendakari a que apueste por la legalización. En el plano realista, se puede pensar que ante las presiones, al Gobierno de Zapatero no le queda otra que impugnar, pero el lehendakari no tiene ninguna obligación de hacerlo y, con lo que se ha dicho, podría apostar por la legalización de Sortu.
¿Lokarri le pide más al lehendakari?
Sí, debería mostrar una altura de miras y una perspectiva de futuro que sería de agradecer. Se corre un gran riesgo: que se considere normal que una parte de nuestra sociedad esté ilegalizada. El primero que debería trabajar para recuperar esa normalidad sería el lehendakari.
Cuando López llegó a Ajuria Enea, hubo ciertas tensiones con Lokarri. ¿Cómo se encuentran las relaciones?
Tenemos relaciones, pero también diferencias. Sin que se llegue al punto que nos gustaría, reconozco que ha habido un cambio en el discurso y, por lo menos, hay mayor positivismo. Creo que un gobierno, además de ese positivismo, tiene que tener iniciativa y liderazgo, que es lo que estoy echando en falta.
¿Cree que el discurso del PP es diferente al de la tregua del 2006?
Creo que lo que dicen es algo positivo, pero se queda muy lejos de lo que me gustaría. Objetivamente, se ha negado durante mucho tiempo que se estuviese ante una oportunidad, que fuera posible que Ezker Abertzalea hiciera declaraciones como las de Etxeberria e Iruin... pero ha ocurrido. Estamos en una situación totalmente diferente porque, ocurrido esto, pueden ocurrir todavía más cosas importantes. ¿Qué va a hacer el PP, decir que no ha cambiado nada y encontrarse un día con la paz?
¿Cómo ve la situación en tres meses?
Que conste que soy muy mal adivino, pero me gustaría que Sortu esté en las elecciones y a ver si para esas fechas ETA decide poner fin a la violencia. Pero también hay que ponerse en la peor de las hipótesis: no creo que haya atentados, pero es muy probable que Sortu no esté en las elecciones.