En la entrada a la plaza, varias mujeres palestinas ofrecían a los extranjeros los teléfonos del Sindicato y la Federación internacionales de periodistas, mientras otros coreaban "los egipcios estamos aquí, ¿dónde están sus periodistas?". En el interior, los reporteros y fotógrafos intercambiaban las experiencias vividas el día anterior. "El Ejército no nos dejó salir ayer en todo el día del hotel y nos quitaron las baterías de las cámaras", contaba un freelance español. Otros dos fueron delatados a la Policía por el propio personal del hotel donde se alojaban en Suez. "Tuvimos suerte porque la Policía solo nos interrogó durante una hora, pero a dos compañeros noruegos los tuvieron casi un día entero". Varios holandeses aseguraban que habían recibido llamadas de compañeros periodistas alojados en el Marriot, de donde la Policía no les dejaba salir. Una profesional egipcia de "Nile TV" recogía declaraciones de los periodistas extranjeros en Tahrir y explicaba que la noche anterior fueron agredidos en las puertas de sus oficinas y acusados de traidores. El día anterior, la directora de la sección inglesa de esta emisora dimitía. "Nos obligaban a cubrir las manifestaciones que defendían el régimen y nos prohibían hablar de Tahrir", declaraba a la "BBC".
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tiene ganas de irse, pero nosotros hemos salido a la calle a decirle que lo haga de una vez", apuntaba la estudiante Mona, cuya familia lleva una semana sin abandonar la plaza. "Seguiremos viviendo cada día durante seis meses si hace falta", avisaba Amina, publicista. Varios de los presentes mostraban copias de una foto publicada por el periódico El Gumhuriya de la plaza de Tahrir, cuyo pie de foto, sorprendentemente, rezaba "los manifestantes defienden a Mubarak en el Cairo".
A las 12.15 horas, la plaza entera se preparó para un rezo especialmente emotivo, dedicado a las víctimas mortales de la última semana. Las lágrimas caían por las mejillas de muchos de los presentes. A su término, la plaza se unió en un único grito: "Irhal, irhal (Vete, vete)". "Todos los líderes árabes calzan los mismos zapatos", manifestaba Abdu, palestino refugiado del 48 en Gaza y desde el 67 en Egipto. "Abu Mazen y Mubarak son iguales", afirmaba. A medida que se acercaba el comienzo del toque de queda, más y más egipcios llegaban a Tahrir, dispuestos resistir en la plaza el tiempo necesario. "Mubarak tiene miedo de la gente porque ahora, con las nuevas tecnologías, todo el mundo sabe lo que pasa", aseguraba Yaser. "Si esto llega a pasar hace 30 años, habría bombardeado la plaza. Lo que queremos es formar parte del mundo libre". Decenas de miles de personas permanecían en la plaza tras la caída de la noche. Frente a una pantalla gigante desde la que Al Jazeera narraba los últimos acontecimientos, todos esperaban la gran noticia.