Vitoria. Los principales representantes de la izquierda abertzale ilegalizada han multiplicado sus apariciones públicas en los últimos días para dar las claves de cómo se debe leer el escueto pronunciamiento que el lunes presentó ETA. Así, en medio del debate sobre las condiciones que aún restringen su vuelta a la legalidad, sus más destacados portavoces han extendido el significado del mensaje de la organización hasta llegar a cubrir las carencias que la práctica totalidad de la clase política vio en el último comunicado. Como respondió el padre Astete hace cinco siglos acorralado ante las lagunas de la doctrina católica que entonces se le pedía que resolviera, doctores tiene la Iglesia que sobre ellas os sabrán responder.
Tan sólo un par de horas después de que ETA hiciera público su alto el fuego, el gabinete de prensa de la antigua Batasuna convocaba una "rueda de prensa de urgencia" para valorar los términos de la declaración. Marian Beitialarrangoitia afirmaba que fue fruto de "una decisión unilateral" -una de las carencias del comunicado-. Apenas unas horas después, Jone Goirizelaia explicaba que el término "general" que califica este alto el fuego lo extiende sobre todas las actividades violentas -como la extorsión o la kale borroka-, mientras Txelui Moreno se aventuraba a definir como "irreversible" el fin de la estrategia armada. Y ayer, el propio Arnaldo Otegi se asomaba desde las páginas de Gara para cerrar la linea doctrinal dibujando una hoja de ruta que pasaría por la primera "respuesta positiva" que espera del Estado: la vuelta del sector que lidera a la legalidad.
legalización e "irreversibilidad" A través de un cuestionario que respondió desde la cárcel antes de que se conociera el comunicado, Otegi puso el acento en esta cuestión. Y lo hizo para ligar directamente la presencia de una marca legal de Batasuna -la izquierda abertzale baraja entre los días 22 de enero y el 5 de febrero para proceder al registro del nuevo partido- que con la llegada a buen puerto de este nuevo escenario al asegurar que ésta será una clave "fundamental" para abordar "la irreversibilidad del proceso".
Una de las principales tareas que ahora ocupan a este sector de la izquierda abertzale es afianzar la idea de que ha tomado el papel de vanguardia y ya está marcando el paso que debe seguir ETA llevándola por el camino que marcaron sus bases. De hecho, en la comparecencia del lunes, sus portavoces aseguraron que con este comunicado la organización vino a profundizar "de forma plena la apuesta por un proceso democrático que viene planteando la izquierda abertzale".
Ayer Otegi, en su papel de líder del sector posibilista insistía en este mensaje y no dudaba en afirmar que se empeñarán en atravesar los filtros del Estado porque "el precio de aceptar las condiciones de la Ley de Partidos es insignificante si lo comparamos con el precio que pagaría nuestro pueblo" si este sector no está "presente en la lucha institucional". "Nueva fase, nueva estrategia, nuevos instrumentos y mismos objetivos. Ésa es la apuesta ya en marcha", concluyó.
Sin embargo, aunque su mensaje va calando y conquista poco a poco los márgenes de credibilidad perdidos tras la desautorización que supuso el atentado de Barajas, el camino se antoja tan proceloso como lejano.
Sólo el líder del PNV, Iñigo Urkullu -un día después de que Xabier Arzalluz pidiera que su partido reivindicara con más "claridad" la legalización de este sector- y el de EA, Pello Urizar, defendieron ayer esta postura. En el caso de Urkullu, añadiendo que el hecho de que superara estos filtros legales sería la mejor señal de que Batasuna ha tomado las riendas ya impone su criterio al de ETA. En el de Urizar, confirmando que es el sector político el que "lidera" los pasos, y achacando las carencias del comunicado a "un periodo de adaptación" en la que ellos "ya no lideran y no deciden el ritmo en el que tienen que marchar las cosas".
Más allá, la pared de granito. El ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, comparecía por tercera vez en menos de 48 horas para fijar postura ante el perfil bajo que ha adoptado Zapatero en esta ocasión -ayer se limitó a afirmar que "el fin definitivo de la violencia llegará"-. "Otegi se equivoca de interlocutor. No tiene que hablar hacia el Estado, que tiene una posición muy clara. Tiene que dirigirse a ETA, que es su problema si es que quiere ser legal" y la que a día de hoy, a su juicio, aún "le contamina". "El Gobierno tiene que aplicar la ley y ellos tienen que cumplirla", subrayó en la Ser.
pasos La ruptura con este hecho contaminante se instaló después en las palabras de su homólogo vasco, Rodolfo Ares, que aseguraba que si tienen "tan claro" que renuncian a abrigar cualquier estrategia violenta "no tienen por qué" remitirse a los estatutos de su nuevo partido, lo pueden hacer "ahora".
Sin embargo, las palabras del presidente del PSE, Jesús Eguiguren, defendiendo que la legalización "facilitaría las cosas" resonaban entre estas declaraciones filtrándose entre los huecos del discurso blindado de cautela. Y tanto Rubalcaba como Ares e incluso el ministro de la Presidencia, Ramón Jáuregui, se ocuparon una vez más de sofocarlas. "Salvo que ocurran más cambios de aquí a mayo", ahora "no es el momento" de tomar estas decisiones, respondió Jáuregui, quien rechazó que haya cambiado la vanguardia del MLNV al afirmar que "la historia ha demostrado que desgraciadamente siempre ha sido ETA quien ha arrastrado a Batasuna y no al revés". "Aunque muchos de su entorno quieran interpretar cosas que ETA no ha dicho, tenemos que seguir siendo exigentes", añadió Ares antes de fíar la legalización a los tribunales.
Precisamente desde este ámbito, el fiscal general del Estado, Cándido Conde-Pumpido se adelantaba para advertir de que la situación actual "no permite que se pueda recuperar la participación política" de Batasuna porque, por el momento, "todo sigue igual", mientras que Urizar, ante estas posturas, apuntaba que, en el fondo, el concurso legal de este sector dependerá de una "decisión más política que judicial".
Por su parte, Antonio Basagoiti (PP) insistía en no cejar en la presión para "abocar" al MLNV a "una crisis total" que le obligue "a hacer los deberes: entregar las armas o separarse del todo", mientras su compañero, Jaime Mayor Oreja, se desmarcaba al ver tras todos estos movimientos entrelazados la prueba de que existe un "guión" que le lleva a estar "más convencido que nunca" de que ya está en marcha una nueva negociación entre el Ejecutivo de Rodríguez Zapatero y ETA.