DILMA Rousseff es una una economista de carácter fuerte y con fama de autoritaria, que desde ayer encara el desafío de gobernar un país de 190 millones de habitantes y de lidiar con la sombra del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, el hombre que la aupó a la jefatura de Estado.

Nacida el 14 de diciembre de 1947 en Belo Horizonte, capital del estado de Minas Gerais, Rousseff era una desconocida en la política hasta 2002, cuando Lula la nombró ministra de Minas y Energía, en su primer mandato. Comenzaba así una meteórica carrera que en sólo ocho años la llevó también al Ministerio de la Presidencia, la cartera más influyente del Gabinete de Lula, y luego a su debut electoral como candidata presidencial.

Lula, que por impedimento constitucional no pudo aspirar a un tercer mandato seguido, porfió a finales de 2009 ante sus correligionarios del Partido de los Trabajadores (PT) para imponer la candidatura presidencial de Rousseff, entonces una funcionaria sin grandes ambiciones políticas. De perfil más técnico que político, Rousseff se ganó fama de funcionaria eficiente y, por su carácter fuerte, de dama de hierro, en los dos ministerios que ocupó en el Gobierno de Lula, temple que mostró también en la lucha que libró contra un cáncer del sistema linfático justo cuando empezaba a despuntar su candidatura presidencial y del cual se ha curado. Dilma Vana Rousseff, la primera presidenta de Brasil, es hija de un inmigrante búlgaro y una ama de casa. En su juventud formó parte de varios grupos armados que operaban en la clandestinidad contra la dictadura militar (1964-1985). Ese pasado, por el que sus detractores la acusan de haber sido "guerrillera", es la parte más oscura de su biografía, aunque no hay indicios de que haya estado implicada en delitos de sangre. Por esa militancia, donde tuvo más papel de agitadora que de "guerillera", Rousseff fue detenida en 1970, torturada y encarcelada hasta finales de 1972, cuando fue condenada por subversión. Tras esa fase, Rousseff estudió economía y ocupó varios cargos administrativos en Río Grande do Sur, donde desarrolló su actividad profesional hasta que Lula la llamó en 2002 para su gabinete.

A diferencia de Lula, Rousseff mantiene en público una actitud más reservada, es poco dada a hablar de su familia, de sus gustos y aficiones o incluso de hacer bromas, una práctica recurrente en Lula.

Está divorciada y tiene una hija, Paula, que este año le dio su primer nieto. Quienes la conocen y han trabajado con ella la describen como una persona de carácter duro y autoritario, eficiente, pragmática y con capacidad de liderazgo a pesar de no tener una pizca de carisma.

La prensa de Brasilia cuenta que como mano derecha de Lula en el Ministerio de la Presidencia, sus broncas desmesuradas hicieron llorar a más de un colaborador y hasta provocaron la dimisión de algún ministro, algo que ella niega.