vitoria. Quienes ayer se acercaron a las cárceles de Martutene y Basauri lo tenían meridianamente claro: "Para que haya paz, amnistia". Ése fue uno de los mensajes que alrededor de medio millar de personas corearon ayer a las puertas de los dos penales tras concluir la marcha que organizó el Movimiento pro Amnistia para reivindicar los derechos de los presos del autodenominado Movimiento de Liberación Nacional Vasco, centrándose especialmente en los presos que sufren enfermedades graves o que han cumplido las tres cuartas partes de su condena, lo que según el reglamento penitenciario debería obligar a Interior a facilitar su puesta en libertad.
En un momento como el actual en el que se masca en el ambiente la esperanza de que la paz se abra por fin un camino irreversible, los presos se han convertido en un agente clave cuyo pulso no quieren perder ni los ortodoxos del propio MNLV ni el propio Estado, que acelera las tomas de temperatura a través de Instituciones Penitenciarias para conocer de primera mano con qué sensibilidades se va a encontrar dentro de este colectivo y hasta dónde puede llevar su estrategia de concesión de beneficios penitenciarios selectiva.
Ayer, sin embargo, fueron sus familiares y amigos quienes se acercaron hasta el lugar donde cumplen sus condenas para llevarles el calor de la Navidad y un mensaje de esperanza lleno de guiños al proceso en ciernes.
mensajes en el proceso Las marchas que salieron con rumbo a Martutene y Basauri estaban salpicadas de ikurriñas y carteles por el fin de la dispersión, y los cánticos, salpicados también de las consignas tradicionales. Sin embargo, a la clásica reivindicación de libertad de los reclusos (Euskal presoak, euskal herrira) se unieron otras que escondían un mensaje entrelineas; el que marca los pasos que se deberán ir dando una vez que se encarrile la desaparición definitiva de la violencia de ETA en opinión de este mundo. "Para que haya paz, amnistía", corearon a las puertas de dos de las principales prisiones radicadas en suelo vasco.
Tras los barrotes que cubren las ventanas de las prisiones asomaban un buen puñado de brazos que se agitaban con energía para agradecer la visita u los mensajes de ánimo que ayer les trasladó su entorno más cercano.
Después, arreciaron otros gritos como "Herria ez du barkatuko" ("este pueblo no perdona") que se unieron a las reivindicaciones en defensa de la libertad y la independencia que compartieron quienes estaban a ambos lados de los barrotes, y que también dieron una idea del camino que aún queda por recorrer para lograr una convivencia sin odio ni rencor, realmente normalizada y en paz.