Barcelona. ¿Qué lectura realiza Omnium Cultural de la nueva composición del Parlamento de Catalunya?
Creemos que la ciudadanía ha demostrado que quiere un cambio significativo hacia un mayor autogobierno y así lo demuestra el hecho de que CIU, con un discurso más catalanista de lo habitual, haya logrado un apoyo tan amplio, o que partidos como SCI, de Joan Laporta, hayan entrado con tanta fuerza al Parlament. La caída de ERC era previsible, los catalanes no han castigado su programa ni su ideario si no la mala gestión que han hecho durante el gobierno tripartito. Los socialistas han pagado caro el planteamiento de una campaña étnica, algo nunca visto en Catalunya. No se han dado cuenta de que los españoles que emigraron a Catalunya se sienten también catalanes y no se les puede separar de ese sentimiento. Ha sido un grave error pretender abrir una brecha identitaria en ese aspecto y la jugada, como ha quedado evidenciado, les ha salido muy mal.
La derecha española también ha reforzado su presencia.
Sí, y eso debería corregir esta idea que tenemos de que el PP en Catalunya no tiene nada que hacer. Se puede erigir en la oposición y puede hacer algo peligroso y doloroso, que es dividir a la población entre catalanes y no catalanes. Aunque también hay que destacar que aquí los populares tienen mucho interés en destacar que ellos son catalanes como el que más. Debemos recordar que estuvo a muy poco de entrar en el Parlament un partido xenófobo y esto es muy duro porque nosotros trabajamos con los recién llegados directamente para que se integren en nuestra cultura. Que las propuestas xenófobas tengan éxito dice mucho en contra de nosotros mismos. Pero tampoco podemos obviar que existe un problema con la inmigración al que hay que plantarle cara
El 10 de julio la gente se apoderó de las calles de Barcelona para pedir un cambio. ¿Qué queda hoy de aquel espíritu?
La manifestación se convocó como protesta por la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el Estatut pero se acabó convirtiendo en un clamor unitario de toda la ciudadanía: los catalanes pedíamos dar un paso hacia adelante. Enseguida se vio que aquello pasaba de ser una protesta a ser una propuesta de cambio. Durante la campaña electoral esta idea de que había que establecer una nueva relación con el Estado ha estado latente y, de hecho, ahora ya está sobre la mesa, es una propuesta que no se puede obviar.
Se vaticinaba una baja participación, pero finalmente se ha mejorado la anterior. ¿Qué lectura hacen ustedes de ello?
La participación ha sido, sin duda, uno de los mejores resultados. Nosotros, como no somos una organización política, evidentemente sólo pedíamos que se fuera a votar. No se puede salir a la calle un día a gritar que quieres un cambio y el día que tienes oportunidad de decidirlo no salir de casa. Lo más remarcable es que la gente en la calle vuelve a hablar de política, que vuelve a ser tema de conversación en los bares, en las tiendas. El supuesto desencanto ha quedado desmentido con la actitud de la ciudadanía.
En la calle se palpa también una desinhibición a definirse como catalanista. ¿A que se debe?
A que la realidad es muy fuerte. Además que hay que entender que hay dos tipos de independentistas, los que lo son de sentimiento, porque lo han sido toda la vida, y los que se han convertido porque son conscientes de que pertenecer a España nos perjudica en todos los sentidos. El propio Estado ha empujado a este segundo grupo a desear un cambio.
¿Qué papel le toca ahora a Omnium Cultural y a todas las entidades que trabajan en la misma dirección?
En el primer discurso que lanzó Artur Mas nada más se conocieron los resultados de las elecciones, pidió a todos los partidos y también a las instituciones y entidades que pusieran el hombro con el nuevo Gobierno porque solo así podríamos salir del agujero en el que estamos. Omnium Cultural nos sentimos interpelados por su llamamiento y, por nuestra parte, las administraciones van a contar con nuestro apoyo siempre que se luche y se trabaje por el país, por nuestra lengua y nuestra cultura. Nuestro papel siempre es neutral políticamente, hacemos un poco de vaselina entre las fricciones que pueden haber entre partidos para lograr la unidad. Las entidades debemos estar ahí para apoyar a nuestros políticos a enfrentarse a los poderes establecidos cuando avanzar significa elegir entre la legislación española y la fidelidad al pueblo catalán.