El miércoles se constituye la comisión de seguimiento del pacto PNV -PSOE. ¿Cree que se va a cumplir?

Este acuerdo tiene, entre comillas, ese problema, no es un pacto al estilo de los acuerdos presupuestarios anteriores. Es un acuerdo abierto a un desarrollo que hay que ir viendo y desde esa perspectiva tiene el riesgo del incumplimiento, evidentemente. Justo para hacer frente a eso, el último párrafo del acuerdo dice que habrá una comisión de seguimiento para que veamos si las cosas se van cumpliendo de forma razonable. Por lo mismo, también queda la posibilidad de una ruptura de ese acuerdo si efectivamente la otra parte incumple.

Parece mucho trabajo para que en poco más de un año se desarrolle.

Sí, es mucho trabajo, y personalmente es una de las cosas que más me preocupan. Porque el acuerdo ha suscitado una enorme esperanza por todas partes, y nosotros quisiéramos dar una respuesta cabal a esta esperanza. Y para cumplirlo, además de que ambas partes estén deseosas y firmes, requiere que todos trabajemos bastante más.

¿Cree que, a medida que se vayan acercando las elecciones municipales, se va a elevar el tono y el acuerdo se complique?

Todos los que desde la Administración estaban negando por una u otra razón cualquiera de las transferencias no han desaparecido, siguen donde estaban. Lo que hay es una voluntad política que tiene que superar un montón de escollos, que se suelen calificar de técnicos pero que no son tales. Lo que tenemos que ver todos es si este Gobierno socialista tiene las agallas suficientes para hacer cumplir los acuerdos más allá de las pegas infinitas que seguirán poniéndose encima de la mesa por parte de los que siempre las han puesto. Ese es el nudo gordiano del asunto.

¿Los que ponen esas trabas están ahora también en Euskadi?

A estos efectos no tienen voz propia, eso es evidente. Se ha visto con manifiesta claridad cuando hemos negociado las transferencias, por ejemplo de las políticas activas de empleo, y se verá en todo.