Aestas alturas casi nadie duda de que algo se está moviendo en el escenario político vasco. Algo que, en el fondo, perturba y llena de inquietud a los que desearían que nada cambiase porque sacan sus buenos rendimientos al status quo, a la socorrida foto fija que divide a la sociedad vasca en "los demócratas y los violentos". Resulta muy cómodo responder "más de lo mismo" a los comunicados de ETA o a los pronunciamientos de la izquierda abertzale oficial. Comunicados y pronunciamientos, por cierto, que últimamente se prodigan de manera inusual. Bajo el pretexto de que aquí nada ha cambiado ni tiene visos de cambiar, se aferran al inmovilismo para disimular su desazón ante la posibilidad de que tuvieran que ponerse a la altura exigida por una realidad diferente.
La presentación ayer en Gernika del denominado Acuerdo para un escenario de paz y soluciones democráticas tiene un indudable carácter novedoso, más que por su contenido -que también- por la peculiaridad de los firmantes. Es la primera vez que la izquierda abertzale histórica, la heredera de Batasuna, firma en plano de igualdad un documento de esa envergadura junto con Aralar, que ha sido una pesadilla desde que hace una década se escindió de las prietas filas de la compacta izquierda abertzale civil. Con EA, sin embargo, ya había estrenado acuerdo estratégico y firma en el Euskalduna hace un mes.
Pero no es esto lo más nuevo. Lo insólito, lo verdaderamente novedoso, es que la izquierda abertzale oficial se haya sumado a Aralar y a EA (a los que se añaden Abertzaleen Batasuna, LAB y Alternatiba) para exigir a ETA un alto el fuego permanente, unilateral y verificable en el sentido de la interpelación hecha por los mediadores internacionales. El reconocimiento de todos los derechos humanos sin excepción, la desaparición de todo tipo de amenazas, presiones, persecuciones y torturas, la reparación y reconocimiento de las víctimas, la aplicación de los Principios Mitchel que excluye todo recurso a la violencia para la resolución de problemas políticos y otras consideraciones en este mismo sentido jamás hasta ayer habían sido suscritas por la izquierda abertzale hoy ilegalizada.
No queda ahí la iniciativa presentada ayer en Gernika. A la contraparte, es decir, al Estado español, se le pide que también mueva ficha para resolver otros históricos nudos del conflicto como la derogación de tribunales especiales y de la Ley de Partidos, así como la humanización de la política penitenciaria.
Ninguna formación política que se reconozca como demócrata podría ponerle pegas a este documento, que encajaría perfectamente en el ya olvidado Pacto de Ajuria Enea que todos los partidos vascos firmaron mientras Herri Batasuna quedaba fuera. Se le instaba, entonces, a dar un paso adelante y sumarse a la mesa aceptando únicamente las vías políticas, pacíficas y democráticas. Pues ya está. Pero ahora vendrán los peros. Se apelará, primero, a la desconfianza, a que ya estamos escarmentados, y se le buscarán los cinco pies al gato por una coma o una palabra más o menos ambigua. Con brocha más gorda, se liquidará el asunto con lo de que "mientras ETA no se disuelva...". Se calificará a EA, Aralar, Alternatiba, LAB y AB de "compañeros de viaje" y, urbi et orbe, seguirán empeñados en que nada ha cambiado.
Pero sí que ha cambiado. Y no vale solventar el asunto con el argumento de que la izquierda abertzale ilegalizada va a la desesperada porque su actual situación es políticamente insostenible. Como el proverbio chino, sea el gato negro o sea blanco, lo importante es que cace ratones.
Quedémonos, por tanto, en el paso trascendental que ayer se dio en Gernika, sin perdernos en especulaciones de si esto es o no es el embrión del polo soberanista, porque en las reuniones previas entre los partidos para la elaboración del acuerdo quedó excluida todo planteamiento electoral. El polo soberanista sigue siendo un proyecto se supone que hacia la independencia de Euskadi. Mientras tanto, y teniendo en cuenta que es realmente imposible lograr la soberanía sin pasar por la mejora de nuestra capacidad de autogobierno, bien venidos sean los 170 millones de más que se han conseguido para los ciudadanos de la CAV gracias a la negociación del PNV con el PSOE. Lo verdaderamente importante es que ya todas las formaciones políticas vascas quieren que ETA abandone las armas, porque este país en paz progresará en su autogobierno y quedará más despejado el camino hacia su soberanía.