El acuerdo alcanzado ayer en Madrid entre el PNV y el Gobierno Zapatero ha dejado un papel delicado que jugar al actual Gobierno Vasco, privándole del protagonismo que ha querido mantener en estos meses de intensa negociación.

El pasado día 1 de este mes de septiembre expiraba el acuerdo alcanzado entre Madrid y el Grupo Vasco en el Parlamento español por el que los jeltzales apoyaron los Presupuestos Generales del Estado del pasado año y los socialistas, por su parte, se comprometían a no traspasar a Euskadi las políticas activas de una forma devaluada. El PNV ha insistido en que este traspaso debería realizarse conforme a lo establecido en el Estatuto de Gernika y refrendado por el Parlamento Vasco, esto es incluyendo las bonificaciones de formación y con una valoración conjunta en torno a los 480 millones de euros (finalmente se ha cifrado en 472). Ante esta posición firme mantenida por la formación jeltzale, la actitud del Ejecutivo presidido por Patxi López ha sido presionar para que este traspaso de las políticas activas llegara inmediatamente después del 1 de septiembre y, además, valorando el montante de este concepto en 300 millones de euros, ya que no incluían las bonificaciones de formación. En declaraciones realizadas el 19 de julio, López expresó su convencimiento de que Euskadi tendría en septiembre transferidas las políticas activas de empleo. "Estamos trabajando para tenerlas en septiembre y estamos convencidos de que asi será", aseguró entonces. El lider del PSE, además, advirtió al PNV de que "no pasará por encima del Gobierno Vasco y el PSE", en referencia a la negociación establecida entre la formación jeltzale y el Gobierno español. Hace menos de un mes, el pasado 31 de agosto, Patxi López insistía en su discurso al afirmar que el Gobierno vasco seguía negociando con Madrid el traspaso de las políticas activas, al tiempo que mostraba su esperanza en que "el PNV no juegue a la contra".

Los acuerdos han llegado en septiembre, pero como producto precisamente de esa negociación entre PNV y Zapatero, que tanto empeño puso López en dinamitar, y que se visualizó ayer con el pacto alcanzado por el presidente del Gobierno español e Iñigo Urkullu, líder de los nacionalistas.

Cambio de discurso A medida que el acuerdo se acercaba, desde el Gabinete López se ha ido adecuando el lenguaje con la intención de abrirse paso, dejando de lado anteriores afirmaciones en la que negaban validez a cualquier pacto con los jeltzales con el pretesto de que se iba a romper la Caja Única de la Seguridad Social. El 2 de septiembre la consejera de Empleo y Asuntos Sociales, Gemma Zabaleta, pedía al PNV "voluntad de diálogo sincero" y ayer mismo, antes del acuerdo definitivo, el portavoz del PSE en el Parlamento Vasco, José Antonio Pastor, aseguraba que el pacto PSOE-PNV se iba a basar en los criterios establecidos por el Gobierno Vasco. Antes, visto que el acuerdo forjado por el PNV traería más fondos a Euskadi, la portavoz del Gobierno Vasco, Idoia Mendia, subrayó que su equipo "siempre se reservó esa posibilidad" y reconoció que se alegraba " muchísimo, porque es en beneficio de todos.

Una vez que se dio a conocer el acuerdo alcanzado entre PNV y Gobierno Zapatero, desde Madrid se quiso echar un capote a Patxi López y el portavoz del PSOE en el Congreso, José Antonio Alonso, aseguraba que el lehendakari había estado informado en todo momento de lo que se negociaba en Madrid. Desde Lehendakaritza fueron más lejos al asegurar que López "había dado su visto bueno" antes de la firma. Ahora, a López le tocará gestionar unas transferencias que el PNV ha logrado para su Gobierno.