Que el mapa político de Euskadi haya quedado nítidamente dibujado tras las elecciones autonómicas del año pasado no quiere decir que ese esquema se mantenga en el futuro inmediato. El acuerdo de bases sirve para el momento actual y puede que también para más adelante, pero nadie quiere condicionar su futuro sin saber antes qué nivel de confianza le otorgan los ciudadanos. Así, PNV, PSE y PP inician en solitario, sin alianzas previas ni ataduras ni compromisos, el largo camino hacia las elecciones forales y municipales de la próxima primavera.
En la pugna que va a comenzar en forma de precampaña tras el verano jugarán varios factores que invitan a todos a no volver a caer en posicionamientos previos de los que luego habrán de responder. El PNV negocia con el PSOE su apoyo a los presupuestos de Zapatero, un proceso que puede acabar bien, mal o regular, y cuyo resultado condicionará las relaciones entre jeltzales y socialistas. Estos últimos tienen la última palabra, por otro lado, para decidir si las diputaciones, las tres del PNV, tendrán capacidad para administrar sus dineros en la lucha contra la crisis o habrán de limitarse a gastar siguiendo las pautas de finales de 2009, cuando aprobaron sus últimos Presupuestos.
Al PP le disgusta que el PNV negocie con el PSOE en Madrid, porque ambos son sus enemigos políticos, y porque un acuerdo que satisfaga a los jeltzales perjudicará al Gobierno de Patxi López, que se sustenta gracias a su apoyo.
Un eventual pacto postelectoral entre PNV y PSE, según en qué municipios y en qué diputaciones (en Álava y Vitoria se mantiene vivo a día de hoy) es factible y eso es perjudicial para los populares. También es factible ampliar el acuerdo de bases en según qué casos -Bilbao, Bizkaia, Gipuzkoa-, pero en un principio nadie podría pensar en que PP y PNV puedan unirse para hacerle la pinza a los socialistas. Nadie lo pensaba, de hecho, hasta que Antonio Basagoiti se descolgó en julio con una sorprendente oferta al PNV de San Sebastián.
El mismo día en que avisaba al PSOE, en Radio Euskadi, de que no tocara las narices al PP permitiendo al PNV gobernar allí donde fuera la lista más votada, afirmaba no descartar una alianza con los jeltzales para sacar a Odón Elorza del Consistorio donostiarra. Según Basagoiti, "no hay un pacto de hierro" con el PSE de cara a las municipales y forales, lo que, visto desde otra perspectiva, libera a los socialistas de todo compromiso. Eso sí, en ningún caso habrá un acuerdo global, extremadamente difícil de explicar a sus respectivas masas de votantes, entre PNV y PP.
Por otro lado, primero el lehendakari López y luego el coordinador de la Ejecutiva del PSE, Mikel Torres, ya han afirmado que no hay nada atado con nadie, que cualquier cosa puede suceder tras los comicios. En cada pueblo o ciudad, en cada Diputación, se pactará con quien más convenga, sin apriorismos. "Lo primero es que se pronuncien los ciudadanos, que son los que ponen y quitan a las personas en las instituciones", afirmó Torres.
El PNV, por su parte, se limita a defender que gobiernen las listas más votadas, quizá pensando en que es la mejor forma de mantener la Diputación vizcaína, el Ayuntamiento de Bilbao, y multitud de localidades de los tres territorios. Siguiendo esa táctica, concurrirán en Álava, Vitoria y Gipuzkoa -mercados en los que en citas anteriores han empatado con PSE y PP, en los dos primeros casos, y con los socialistas en el tercero- confiando en hacer una buena campaña y convencer al votante.
La forma de articular futuros pactos no se analizará, en el caso de los jeltzales hasta el día siguiente de las elecciones. "Vamos a ver los resultados y a partir de ahí se analizará la situación", afirman en Sabin Etxea.