DONOSTIA.- Ha manifestado que la cabeza le tienta otra vez para encabezar la lista del PSE a la alcaldía de Donostia. ¿Y el corazón, también se lo pide?

Es la cabeza la que tiene ganas, evidentemente. Creo que tengo ganas y estoy en condiciones, pero eso lo sabré cuando analice si los compromisos anunciados a principios de mandato se están cumpliendo, y en segundo lugar, qué opina el partido, qué opinan los colaboradores, etcétera. De esa reflexión, sacaremos unas conclusiones y la decisión se producirá en torno a octubre.

Pero la decisión final será suya.

La decisión nunca es sólo mía. Es una decisión colectiva en la que tiene su peso la militancia del PSE, la dirección, la familia…

Habrá hablado con la dirección de su partido para conocer su interés por contar con usted.

Sí, claro que ha habido conversaciones con la dirección del partido en Gipuzkoa y en Euskadi.

¿Su objetivo es repetir la actual fórmula de gobierno municipal?

Si al final me presento, somos la lista más votada, se dan las condiciones y sumamos mayoría, no tengo ninguna duda de que este gobierno de coalición con Aralar y Alternatiba aporta un proyecto político transversal y novedoso al conjunto de Euskadi que se aleja del más tradicional acuerdo con el PNV o con el PP. Es bueno que en Euskadi puedan funcionar coaliciones diferentes que aporten al país una mayor riqueza política y hasta intelectual.

¿Teme que el partido le imponga un acuerdo con el PP para sintonizar con el pacto del Gobierno Vasco?

Eso nunca ha pasado. El PSE nunca me ha impuesto la coalición con nadie y siempre me ha dejado libertad absoluta. Recuerdo la legislatura 2003-2007, con Román Sudupe como cabeza de lista del PNV. Fue una etapa en la que se quiso gobernar con el PNV, y el PNV no quiso porque el país estaba en una situación de frentismo. No sé si fue Sudupe o su partido el que no quiso gobernar con nosotros. Estuve casi un año esperando y, al final para darle estabilidad al gobierno, tuvimos que pactar con el PP.

En esa legislatura usted rompió la coalición municipal con el PP. ¿Cómo lleva que al ejecutivo del lehendakari Patxi López lo sostenga el PP?

No es una posición cómoda para mí. Creo que tampoco lo es, en el fondo, para el propio lehendakari, pero tampoco es cómodo para mi ver como el PP está en pleno enamoramiento con el PNV y viceversa para, en el caso de que puedan sumar, se queden con el Ayuntamiento de San Sebastián, aunque no sean ni de lejos la fuerza más votada. Si me pregunta si me produce algún complejo que el PP haya dado su voto de investidura y tenga unos acuerdos de principios con el gobierno del lehendakari Patxi López, pues yo digo que en San Sebastián el PP y el PNV van de la mano poniéndose de acuerdo siempre a la contra del gobierno de la ciudad.

¿Cree que el apoyo del PP le puede pasar factura a su partido?

Entiendo que no, porque es un apoyo muy matizado. Y de hecho ya se ve que el señor Basagoiti pretende sacarle cuenta al lehendakari cada dos por tres. Es una relación de conveniencia y poco más.

¿No cree que, en contra de lo que Patxi López pregonó en campaña, el debate de los símbolos se ha exacerbado en Euskadi?

A día de hoy, cogemos los periódicos y no veo ese debate por ninguna parte. Fue un temporal que duró unos meses y se ha acabado. No veo a nadie preocupado, ni leo cartas ni artículos al respecto. En cambio, durante años hemos soportado las tensiones generadas por el lehendakari Ibarretxe con los temas del soberanismo. También está superado.

¿Comparte el diagnóstico del lehendakari y del PP de que Euskadi ahora es un oasis político?

No se puede hablar de oasis en Euskadi cuando siguen existiendo cientos o miles de personas amenazadas; cuando sigue habiendo una organización que no ha depuesto las armas; cuando sigue habiendo restricciones a la libertad; cuando sigue habiendo partidos políticos, aunque a mí no me gustan, que están ilegalizados. Hay cosas que están cambiando para bien. Hay un lehendakari que creo que tiene mucha prudencia y que, a diferencia del anterior, no genera tensiones, lo que viene muy bien al país para centrar casi todas las energías en la crisis económica.

Usted mantiene fuertes lazos con Cataluña. ¿Qué opina de la sentencia del Estatut?

No estoy conforme con la sentencia en algunos de sus extremos.

Cataluña cumplió el camino que desde su partido se exigía a Ibarretxe para modificar el Estatuto pero tampoco ha servido.

Se ha producido una actitud absolutamente desleal contra el Estado y contra Catalunya por parte del PP, y eso no se puede olvidar. La consecuencia es que ha puesto en cuestión el camino para transformar el Estatuto o para ampliar el autogobierno, y eso exige una serie de rectificaciones legislativas por parte del Gobierno de España. La sentencia da pistas y da pautas de cómo incrementar el nivel de autogobierno mediante modificaciones legislativas.

¿Confía en las intenciones de la izquierda abertzale por las vías exclusivamente políticas?

Hay intencionalidad pero falta fuerza y audacia para que sea una apuesta decisiva, en el sentido de que se produzca ya un distanciamiento del mundo de ETA. Y ese paso, esa prueba del algodón no acaba de darlo.

¿Estamos en la fase final de ETA?

No me atrevería a decirlo. Lo que sí digo es que entre todos tenemos que crear las condiciones para que se produzca el final de ETA.