Brasilia. La enorme popularidad y el carisma del mandatario Luiz Inácio Lula da Silva pesan tanto en la campaña para las elecciones de octubre en Brasil que todo candidato a sucederle, aunque sea de oposición, parece repetir: "Yo quiero ser como él". Tal vez por esa insistencia en parecerse a un líder que mantiene un 80% de popularidad tras casi ocho años en el poder, el debate ideológico o programático está absolutamente ausente y la palabra que los candidatos repiten a coro en sus promesas es "continuidad". En ese escenario favorable, la candidata del oficialista Partido de los Trabajadores (PT), Dilma Rousseff, se perfila desde ya como clara favorita para ganar las elecciones del 3 de octubre. No tiene el carisma ni la experiencia política de Lula, pero sí el respaldo explícito del mandatario, que desde que comenzó la campaña, hace un mes y medio, se ha presentado con ella en mítines y en la televisión, pidiendo a los brasileños que la apoyen.
"Dejo en tus manos a mi pueblo y todo lo que más amé y lo hago porque sé que vas a continuar con lo que hice", dice una voz que imita a la de Lula en una de las canciones de la campaña del PT. Rousseff ha entendido que el magnetismo del ex sindicalista y la oferta de continuar con su obra de Gobierno pueden ser las cartas de triunfo en las elecciones y no deja de repetir que desea "ser como Lula", pero con "alma y corazón de mujer". En sus discursos, la candidata del PT llega a citar a Lula más de una vez por minuto para explicar sus ofertas. A esa recurrente mención agrega su participación en el Gobierno de Lula, primero como ministra de Energía y luego como titular de la cartera de la Presidencia. "Aprendió conmigo", declara Lula en las propagandas de Rousseff en televisión.
Su principal rival es José Serra, quien se presenta ante los votantes con un sólido currículum político como principal baza. En los últimos 30 años ha sido diputado, senador, alcalde y gobernador de Sao Paulo, ministro de Desarrollo y de Salud y candidato a la Presidencia en 2002. Como Rousseff, carece de todo carisma y es visto como un eficaz gerente. Y como ella, no deja de elogiar a Lula en sus discursos, pese a su carácter opositor.
Hijo de un verdulero, Serra también apela a su origen humilde, como el de Lula, para intentar conquistar a los votantes seducidos con la historia del tornero mecánico que llegó a la Presidencia. Sin embargo, hasta ahora las encuestas dicen que su mensaje no ha calado. Los sondeos le atribuyen a Rousseff entre 41 y 45% de la intención de voto, frente al 30% que le adjudican a Serra.