bruselas. Diecinueve partidos se disputan hoy en Holanda los 150 escaños de la Cámara Baja en unas elecciones anticipadas centradas en la crisis económica frente al siempre mediático debate sobre la inmigración. Los sondeos auguran la victoria de los liberales del VVD y el descalabro del partido del actual primer ministro, el conservador del CDA, Jan-Peter Balkenende. De confirmarse, el liberal Mark Rutte podría convertirse en primer ministro de un país que ha visto caer a las últimas cuatro coaliciones de Gobierno antes de que pudieran cumplir su mandato.

La última crisis de Gobierno, que provocó la convocatoria de elecciones anticipadas, se produjo el 20 de febrero. El partido de los trabajadores anunció su salida delEjecutivo de La Haya por negarse a secundar la propuesta del primer ministro Balkenende de enviar más tropas a Afganistán cuando ellos se habían comprometido precisamente a sacarlas de aquel país. "Estoy acostumbrado a pedalear contra el viento. La adversidad sólo me hace más fuerte", dijo entonces el primer ministro.

En este caso, sin embargo, parece que el conservador holandés ha perdido fuelle y que su pedaleo contra el resto de los partidos que concurren hoy a las elecciones se ha vuelto más débil y no precisamente por la guerra de Afganistán, que prácticamente ha pasado sin pena ni gloria por la campaña electoral, sino por la situación económica. Pese al 4% de paro que tiene Holanda, a años luz del 19% español, la situación ha terminado pasando factura también al principal partido del gobierno.

Los últimos sondeos le deparan un fuerte batacazo ya que de los actuales 41 escaños que tiene su partido en la cámara se quedarían con apenas 21 o 22 asientos, quedando relegados a la tercera fuerza. "Cuando alguien mete cuatro coches en la zanja no se le quiere confiar un quinto", augura el politólogo de la Universidad de Amsterdam, Andre Krouwel. La opinión generalizada en Holanda es que el país necesita un cambio de rumbo, un nuevo líder tras ocho años de Balkenende que devuelva la prosperidad al país. Y para ese puesto suenan con más fuerza que el resto dos candidatos. De ellos, el que más ha calado en el electorado es Rutte. Todos los sondeos auguran que su partido, el liberal de centro-derecha pasará de los 21 escaños actuales a los 36 gracias a un mensaje de austeridad económica que ha gustado a los holandeses. Este liberal de 43 años fue el primero que anunció hace más de dos años la crisis económica y el primero que instó al Gobierno a una política de ahorro. "Desde hace diez años hablamos de inmigración e integración pero ahora es la crisis lo que cuenta, la economía, la restricciones presupuestarias, el paro", explica Krouwel. Prueba de que Rutte ha llevado la delantera en este terreno es que dos de las tres encuestas realizadas en mayo predicen que su partido, el liberal VVD, se convertirá en la fuerza más importante de Holanda por primera vez en su historia. Entre sus demandas: reducir en 20.000 millones el gasto público durante la próxima legislatura, reducir a la mitad el número de ministerios y elevar la edad de jubilación de 65 a 67 años.

No es, sin embargo, el único nombre que suena con fuerza. Pese a que la salida del partido de los trabajadores (PvdA) de la coalición de Gobierno fue la que provocó la convocatoria de elecciones, su líder, Job Cohen, ha sabido salir airoso ya que las encuestas apuntan que podría obtener 28 ó 29 escaños. Su espíritu de tolerancia y diálogo es justo la antítesis de lo que ofrece el líder del Partido de la Libertad (PVV), Geert Wilders, que en esta ocasión se ha quedado sin argumentos de campaña al desbancar la preocupación económica a la inmigración, su caballo de batalla junto con los mensajes contra el islam y los musulmanes.

Aun así, a principios de semana se atrevía a cifrar en 7.000 millones de euros el coste para el presupuesto holandés de los inmigrantes musulmanes. "Se pueden reír todo lo que quieran pero todo es dinero", advertía. "Holanda tendrá que decidirse. ¿Somos un país de inmigrantes o un país con servicios sociales?", añadía. Los sondeos auguran que este populista y buen orador duplicará los escaños, lo que podría convertirle en la llave del futuro gobierno.

Depende de quien gane, no obstante, el fragmentado escenario político holandés permitirá muchas otras posibles coaliciones con la formación antiliberal Partido-socialista (actualmente 25 escaños), los verdes (7 escaños), la Unión cristiana (6 diputados), el partido liberal D66 (3 asientos) o los fundamentalistas cristianos del SGP (2 asientos). Así pues, gane quien gane, la verdadera batalla política comenzará a partir del mañana jueves con las negociaciones para formar el futuro gobierno. Un proceso que según todos los analistas se puede prolongar todavía durante semanas e incluso meses.

Habitualmente los observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa acuden a países del tercer mundo a comprobar que los comicios discurren con normalidad y se respetan los derechos de los electores. Mañana también estarán en Holanda porque el país vuelve a votar con lápiz y papel en vez del antiguo sistema electrónico que han decidido desechar. "Estamos interesados en saber el por qué de la decisión y cuáles son sus consecuencias para la administración de las elecciones. Mucha gente ha votado solamente con máquina y ahora vuelve a usar el papel para votar y mucha gente que ha administrado los comicios no está acostumbrada a contar votos", explica el jefe de la misión de evaluación electoral, Jonathan Stonestreet, en los micrófonos de Radio Netherlands.

Los votantes holandeses, no obstante, ni se darán cuenta porque apenas habrá 12 observadores para 10.000 colegios electorales.