vitoria. "Conmemoramos hoy el éxito de un proyecto que ha superado grandes pruebas, enormes retos. Hoy vivimos el aniversario del Parlamento Vasco, la casa de todos los vascos, el foro de diálogo en el que se canalizan nuestras inquietudes, se debaten nuestras diferencias, se afrontan nuestra necesidades". Con estas palabras recibió ayer la presidenta del Parlamento Vasco, Arantza Quiroga, a las decenas de invitados que acudieron a la Cámara para celebrar el XXX aniversario de una institución que, al menos en opinión de su presidenta, debe mantener viva la ilusión de hace treinta años para enganchar a la juventud.
"Debemos recordarles que nada ha sido fácil y que deben estar atentos para seguir adelante, porque serán ellos quienes celebren las siguientes décadas de vida de este Parlamento", afirmó Quiroga. Ayer, en todo caso, no había muchos jóvenes en el Parlamento, pues tocaba mirar al pasado.
Si por algo se caracterizó el acto fue por su solemnidad. Los presidentes que la Cámara ha tenido en este largo periplo, Juan José Pujana, Jesús Eguiguren, Joseba Leizaola, Izaskun Bilbao y Arantza Quiroga tomaron asiento en la Mesa de la Cámara, donde destacó la sonora ausencia de Juan Mari Atutxa. El ahora presidente de la Fundación Sabino Arana no perdona la actuación de algunos compañeros cuando fue procesado por no disolver el grupo de Sozialista Abertzaleak y prefirió no acudir, un gesto que para el presidente del Partido Popular vasco, Antonio Basagoiti, "denota mucho rencor y odio y lleva a la crispación y al enfrentamiento".
Tampoco estuvo presente el lehendakari Ardanza, convaleciente de una operación, pero sí asistieron Juan José Ibarretxe y Carlos Garaikoetxea, sentados junto a Néstor Basterretxea, el gran homenajeado de la jornada, y frente a Patxi López. Tras escuchar el Agur Jaunak interpretado por la banda de la Ertzaintza, comenzaron los discursos en una sala repleta de representantes políticos, sindicales y sociales.
Aunque se trataba de un acto puramente institucional, la política se deslizó sutilmente entre las líneas que leyeron Juan José Pujana, el primer presidente de la Cámara, que apareció treinta años más joven declarando constituido el Parlamento en las pantallas del Pleno, y de Arantza Quiroga, la última cabeza visible del Legislativo Vasco. El primero recordaba que "la voluntad del pueblo democráticamente manifestada no puede ser rechazada", que "todo es posible en el ámbito de una democracia", y que "las constituciones y estatutos que se encuentran tan sacralizados no son fuente de derecho, sino herramientas".
La segunda explicaba que "hace treinta años los vascos apostamos por un futuro mejor; decidimos acceder al autogobierno al amparo de la Constitución del 78; y para ello aprobamos nuestro Estatuto de Autonomía. El Estatuto de Gernika constituyó una auténtica apuesta por la madurez".
Pujana recordó a "las víctimas de todos los bandos" y apostó por "no dejar a nadie de lado", pues "todos formamos parte de este pueblo". Quiroga, tras repetir que "no importa quiénes sean los verdugos en cualquier momento y lugar de nuestra historia", recordó que "la absoluta prioridad" del Parlamento han de ser las víctimas de ETA, "porque todavía son miles de personas las que viven con miedo por culpa del único rastro liberticida aún presente en nuestra tierra". La presidenta tuvo además un recuerdo para los parlamentarios asesinados en estos treinta años: Enrique Casas, Santiago Brouard, Fernando Buesa y Gregorio Ordoñez.
Bajo el "noble roble" que en los últimos treinta años ha asistido a miles de debates sobre todo tipo de cuestiones, de mayor o menor calado, Quiroga recordó que "la política vasca genera hondas pasiones" e instó a todos a "honrar la memoria de todos los que hicieron posible que estemos aquí".