Se liga habitualmente a la estrategia política de José Luis Rodríguez Zapatero el concepto de "geometría variable", una expresión que, por cierto, aunque el líder socialista haya sido el encargado de elevarla a su quinta esencia, ya había sido bautizada y ensayada previamente por aquel José María Aznar que, virgen en las mieles de la mayoría absoluta, aún hablaba catalán en la intimidad.

La geometría variable ha pasado horas bajas, asfixiada por los desaires del presidente a sus antaño aliados catalanes y vascos. Los sucesivos desalojos de CiU de la Generalitat, el último pese a haber sido el ganador de las elecciones, y la caída de ERC en las urnas, habían desinflado las opciones de acuerdo con la bancada catalana en el Congreso para los socialistas, revalorizando los seis escaños del PNV. El posterior desalojo de los jeltzales de Ajuria Enea hace un año, pese a haber vencido en las elecciones, dejó los puentes con la bancada vasca pendiente de un hilo; un hilo que el PNV ha aprovechado hasta ahora con proverbial eficacia para hacer valer su peso en oro sus seis votos a un Gobierno en mayoría minoritaria.

Pero este juego de geometría variable, que más bien se asemeja a una geografía variable, parece girar la aguja de la brújula de Rodríguez Zapatero hacia Cataluña, con posibles efectos colaterales para la esperada y postergada transferencia de las políticas activas de empleo. Los gobiernos español y vasco llevan negociando este traspaso antes incluso de que el segundo se constituyera formalmente. La urgencia de esta transferencia la marca la propia situación económica, como herramienta para afrontar con mayor eficacia la lucha contra el desempleo.

el desaire

Abatidos por fuego amigo

Más allá de su importancia objetiva, este traspaso tiene una trascendencia relativa de ámbito político: es probablemente la niña bonita del arranque del Gabinete López, que esperaba apuntarse un tanto de primer orden anotándose a las primeras de cambio una nueva competencia estatutaria que anteriores gobiernos habían reclamado repetidamente. De hecho, el lehendakari, Patxi López, apenas dos semanas después de tomar posesión de su cargo -a finales de mayo de 2009- se reunió con el vicepresidente tercero y ministro de Política Territorial, Manuel Chaves, encuentro en el que el segundo fijó el 1 de enero de 2010 como fecha para materializar el traspaso. Ese verano, Chaves llegó a anunciar que el acuerdo estaba hecho y a falta de firma prevista para septiembre.

"Hablaré con las instituciones del Estado y me enfrentaré a ellas cuando sea necesario en defensa de los intereses vascos, pero no me voy a embarcar en aventuras que buscan la confrontación y que luego sólo causan frustración". La declaración de intenciones de López apenas unos meses después de llegar a Ajuria Enea prometía que las políticas activas de empleo se convertirían en el paradigma de la eficacia del cambio.

Pero en su camino se cruzaron las apreturas parlamentarias de Rodríguez Zapatero para sacar adelante los Presupuestos de 2010, una oportunidad que el PNV no desaprovechó para sacar petróleo de sus seis escaños con una gran jugada que le permitió, por un lado, salir de la negociación presupuestaria como el adalid del blindaje del Concierto Económico y, por otro, establecer su supervisión sobre la negociación que Madrid y Vitoria mantenían en torno a las políticas activas de empleo, con su visto bueno previo en caso de que ésta se materializara antes de septiembre de 2010.

La doble jugada jeltzale, más allá del estricto contenido, tuvo la virtualidad de colar a Patxi López un gol por toda la escuadra proveniente de las botas de su propio capitán -que Ajuria Enea intentó convertir en oportunidad para desmentir la acusación de ser una sucursal de Madrid-. La jugada, además, preveía remitir la negociación de la transferencia a la siguiente negociación presupuestaria -la de las Cuentas de 2011-, compartiendo así protagonismo con el Gobierno Vasco.

la consigna

Mirando a septiembre

Pasado el trago de haber caído abatidos por fuego amigo y cerrados los trámites presupuestarios en Madrid y Vitoria, en las filas del PSE-EE existía, y existe, el convencimiento de que la transferencia se materializará este año; entonces se confiaba que fuera en junio, pero el preceptivo visto bueno previo del PNV supone un problema en tanto las partes no comparten la cuantificación económica del traspaso. Así que la estrategia parecía ser dejar pasar el tiempo hasta que expirara el plazo acordado con los jeltzales de septiembre... hasta que en marzo el secretario de Estado de Política Territorial vaticinó un acuerdo tras Semana Santa.

La nueva fecha la desmintió, otra vez, el vicepresidente Chaves, negando tan siquiera la existencia de un acuerdo. Pero en la ecuación a estas alturas hay nuevos elementos que remiten a la famosa geometría variable. El diapasón lo ponen las elecciones catalanas de otoño -coincidiendo con la negociación presupuestaria- y en el cálculo de Zapatero se cruza la recientemente postergada por quinta vez sentencia del Estatut.

Si el Constitucional no lo impide, el escenario catalán puede ser decisivo para el devenir de las políticas activas de empleo, por la simple razón de que un viraje en la política de alianzas socialistas -a Rodríguez Zapatero un entendimiento con CiU le salvaría la legislatura en el Congreso- haría decaer la posición negociadora del PNV, que se vería inhabilitado para sacar adelante su criterio si este tema volviese a estar sobre la mesa en la negociación presupuestaria de cara a 2011.

Todo depende de las urnas, pero estos últimos meses han sido prolíficos en detalles que pueden resultar reveladores. En febrero, CiU desequilibró el tablero político en Madrid con una oferta de pacto de Estado contra la crisis; la interpretación en la bancada socialista es que los convergentes movían ficha en busca de posiciones de centralidad de cara a las autonómicas. Sea como fuere, el tanteo se ha saldado con sucesivas coincidencias en votaciones, algunas tan llamativas para los escaños jeltzales como la reciente que permitió sacar adelante la denominada enmienda Florentino. Geometría -o geografía- variable en estado puro.