bangkok. Los manifestantes de la Frente Unido para la Democracia y contra la Dictadura (UDD), conocidos como camisas rojas, continúan ocupando el centro de Bangkok para pedir la convocatoria de elecciones anticipadas a pesar de los graves disturbios por la intervención del Ejército.

Estos enfrentamientos se saldaron el fin de semana con la muerte de 21 personas, 14 de ellas civiles, incluido un fotoperiodista japonés que trabajaba para la agencia de noticias Reuters. Además, resultaron heridas al menos 858 personas, casi 600 de ellos civiles, según el propio Gobierno, unos incidentes bautizados ya por los medios como Sábado Negro o Día del Juicio Final.

El primer ministro Abhisit Vejjajiva lamentó las muertes, pero reiteró su negativa a dimitir y defendió la actuación del Ejército.

"El Gobierno ha sido muy paciente en sus medidas para con la turba, empeñada en una escalada de presión para doblegar al Gobierno", dijo Vejjajiva.

elecciones Uno de los dirigentes del UDD, Natthawut Saikua, afirmó que mantendrán la ocupación del cruce de Ratchaprasong y el puente Phan Fa, bastiones de los camisas rojas desde el 14 de marzo, hasta que el primer ministro, Abhisit Vejjajiva, disuelva la Cámara de Representantes y convoque elecciones. "Pedimos a Abhisit que dimita inmediatamente", afirmó Natthawut en un acto en recuerdo de los fallecidos celebrado ante el Monumento a la Democracia. Natthawut aseguró que "no han muerto en vano". Otro dirigente del UDD, Veera Musijapong, demandó directamente el exilio de Abhisit.

Uno de los generales implicados en la represión de los manifestantes, Jattiya Sawasdipol, acusó a los autodenominados guerreros ronin, "una fuerza desconocida" ayudaron a los camisas rojas en su enfrentamiento con los militares.

Los ronin, término utilizado para denominar a los guerreros samurái japoneses que no estaban a las órdenes de ningún señor feudal, dispararon granadas M79 contra los soldados y una incluso llegó a impactar contra la tienda del comandante de la operación.

"Esto provocó que los soldados no tuvieran un comandante y por eso perdieron la batalla", afirmó Jattiya. "El comandante del Ejército creyó que sería fácil aplastar a los camisas rojas, pero no lo es", apuntó.