Un año después cobran valor las advertencias previas que desde las filas abertzales se lanzaban: "si suman, lo harán". Y vaya si lo hicieron: la misma noche electoral, López cambió su primera cara de circunspecto al ver que el resultado no era el esperado, por la euforia de quien ya se ve gobernando. Fue una cuestión de minutos, los que tardó en sumar sus escaños con los del PP y, en primera instancia, el de UPyD. Esta reacción, llamada a Madrid mediante, sólo se entiende en quien ya tiene cerrada de antemano la operación.

Los análisis más reales de esa oscura maniobra ocultada durante meses, quién sabe si años, la hizo Mayor Oreja, que se había quedado a las puertas de Ajuria Enea: "hemos perfeccionado la alternativa". Cuando el dirigente del PP habla de "perfeccionar" se debe refiere a no hacer públicas ante el electorado las verdaderas intenciones con las que ambos partidos concurrían. Y tiene su lógica: todas las encuestas posteriores han ratificado el rechazo mayoritario a esa fórmula de "pseudocoalición" que mantienen el PSE y el PP. Resulta difícil adivinar qué hubiera pasado si López no hubiera mentido, si se hubiera plantado en Basauri aquella mañana para manifestar: "he dicho una y mil veces que voy a pactar con el PP para llegar a Ajuria Enea".

Los dos meses que siguieron a las elecciones, hasta la investidura de López en el Parlamento, fueron puro teatro. No había tales diferencias ideológicas y si las había tuvieron mucho tiempo para ir limándolas en oscuras maniobras que fueron deliberadamente ocultadas a la opinión pública. La puesta en escena dilató la constitución de un Gobierno en un momento decisivo, en plena crisis, con lo que la sensación de provisionalidad se ha alargado mucho más de lo que era deseable.

Pero por si fuera poco forzada su llegada a Ajuria Enea, añadamos que López sólo lo consiguió mutilando el censo electoral y privando a casi 100.000 electores de la papeleta a la que deseaban respaldar. No volvamos a discutir sobre la Ley de Partidos, de acuerdo. Pero no se puede soslayar, como hace la presidenta del Parlamento, que la izquierda abertzale ilegalizada existe, es una realidad y, además, cuantificable. Curioso juego del avestruz: no los cuento, luego no existen.

Otra vez a vueltas con la transferencia de las políticas activas de empleo. Nadie le pone ya fecha y es normal; todos los anuncios han acabado en fiasco. Ahora la portavoz del Gobierno Vasco, Idoia Mendia, se ha dado un margen muy peculiar: "llegará antes de que haya oportunidad para un nuevo chantaje". Se refiere, claro está, a la negociación presupuestaria que desembocó en el acuerdo entre PNV y PSOE. Esta manera de entender los acuerdos políticos, como si fueran un chantaje, dice muy poco del valor que la consejera da a los entendimientos que alcanzan otros. Pero aún sorprende más que entre los aludidos esté su propio partido. Porque el "chantaje", si lo hay, requiere que uno presione y que el otro acceda.

Se puede tratar de explicar de muchas maneras por qué esta transferencia no ha llegado aún a Euskadi, pero hay una evidencia que subrayó esta misma semana el propio Patxi López: "esto es un asunto entre gobiernos, el de España y el vasco". Si es así, en esos dos actores habrá que buscar la responsabilidad de esta dilación.

Pero es mejor no tener prisa. La competencia lleva treinta años de retraso y es mejor esperar a que venga en las condiciones que establece el Estatuto que admitirla de cualquier manera y consentir, como parece que quiere hacer el PSE, que anualmente se detraigan a las arcas vascas más de 150 millones de euros.

El martes no fue el mejor día de la portavoz. Le preguntaron por el nombramiento de la alcaldesa de Lasarte, Ana Urchueguía, como delegada de Euskadi en Chile e Idoia Mendia aseguró que tiene "el mejor currículo" para ese puesto. Lo ha puesto muy fácil para la mofa, así que no estableceremos una comparación sobre la trayectoria profesional y académica de algunos de los altos cargos del Gobierno, empezando por "el primero de los vascos", como le nombraron a Patxi López en TVE el día de la final de la Copa del Rey de baloncesto.