Una larga cola protegida a golpe de paraguas daba la vuelta a la calle San Prudencio hasta llegar a Fueros y aún no eran ni las siete de la tarde. Una hora después comenzaría el homenaje que la sociedad quiso tributar de nuevo a Fernando Buesa y Jorge Díez, una década después de que cayeran heridos de muerte por el zarpazo asesino de ETA.
Mientras los ciudadanos esperaban pacientemente bajo el sirimiri, en el hall del coqueto Teatro Principal esperaba un comité de bienvenida en el que se relevaban a turnos políticos y miembros de la Fundación que hoy lleva su nombre.
Por allí fueron pasando personalidades de la vida social y política vasca de todos los colores y todos los ámbitos. Ya cuando el reloj marcaba las siete y media, saltaron todos los flashes para recoger la entrada del lehendakari Patxi López, que llegó acompañado de su esposa.
A medida que se iban sumando más autoridades, se llenaba el ambigú del teatro, donde los organizadores dispusieron un pequeño cocktail para favorecer el desarrollo de los habituales corrillos. López protagonizaba el mayor rodeado de la plana mayor de su Gobierno. En otro charlaban amigablemente el actual gestor de la Diputación Foral de Álava, Xabier Agirre, con su adversario en las urnas, el socialista Txarli Prieto; en otro el director de EiTB, Alberto Surio, discutía con la portavoz del Ejecutivo autonómico Idoia Mendia,... mientras la directora de la Oficina de Atención a las Víctimas, Maixabel Lasa, repartía sonrisas y cariñosos abrazos entre todos.
Poco después de las ocho, la sala se fue vaciando mientras las plateas del teatro se abarrotaban, acogiendo mezclados a políticos de todos los partidos con los cientos de ciudadanos anónimos que quisieron sumarse al abrazo a Buesa y Díez.
discursos
Palabras de paz
La viuda de uno de los dos grandes ausentes de la noche, Natividad Rodríguez, abrió el turno de los discursos tras la elegante introducción de Ana Aizpuru, a quien la violencia también tocó demasiado de cerca.
Rodríguez tuvo palabras de recuerdo para todas las víctimas de la violencia, y especialmente para las que han caído a manos de ETA en los últimos meses. Después desarrolló un discurso emotivo cargado de llamadas al entendimiento, al diálogo, a aprender de los errores del pasado, y a mirar al presente y al futuro con alegría, en el que también hizo hincapié en la importancia de construir un mañana en el que los jóvenes de hoy no puedan dar legitimidad al uso de la violencia. "ETA trató de silenciar el discurso de Fernando, pero es evidente que no lo consiguió", concluyó.
Tras ella ocupó el estrado el Comisario de Derechos Humanos del Consejo de Europa, Álvaro Gil-Robles, quien abogó por "rearmar la sociedad en los valores democráticos" y, como colofón, Joan Manuel Serrat, que hizo un hueco en su agenda para acudir especificamente a este acto, cerró con las notas de algunos de sus temas más conocidos el homenaje que la sociedad vasca tributó un año más al valor de la palabra.