teherán. La fiesta de Ashura, la más importante y sagrada del calendario islámico chií, se tiñó ayer de sangre en Irán. Según diversas páginas webs opositoras, al menos cuatro personas perdieron la vida en cruentos choques con efectivos de la Policía y grupos de milicianos islámicos Basij en las calles del centro-sur de Teherán.
De acuerdo con Nasimfarda, tres personas habrían perecido en la emblemática avenida Enguelab y una cuarta habría muerto en el cruce con la calle Kalej, también en el centro de la capital. En aquella zona, que ya fue escenario en 1979 de la revuelta contra la tiranía del último Sha de Persia, Mohamad Reza Pahlevi, grupos antigubenamentales gritaron de nuevo "muerte al dictador" mientras varios coches de la Policía fueron incendiados.
Uno de los fallecidos sería uno de los sobrinos del principal líder de la oposición, Mir Husein Musaví, informó la página web opositora parlemnnews.ir
Según la web, que fue bloqueada de inmediato, Ali Musaví, de 35 años, habría resultado herido de bala en la calle Enguelab y habría muerto antes de ser trasladado al hospital Ibn Sina de la capital.
Ninguna de las informaciones pudieron ser corroboradas de forma independiente, ya que el gobierno iraní prohibió a la prensa internacional trabajar en la calle y cubrir las manifestaciones de la oposición.
Pocas horas después de que las noticias se divulgaran a través de internet pese a las restricciones impuestas por el régimen, el jefe de la Policía de Teherán, Azizulah Rajabzadeh, negó los hechos en la prensa local. "La policía no ha disparado en Teherán ya que los agentes no llevan armas de fuego... hasta el momento no hay información sobre la muerte de personas", afirmó el comisario Rajabzadeh admitió que las calles Enguelab y Azadi, en el centro de la capital, fueron el principal escenario de las manifestaciones y que en los disturbios hubo heridos tanto entre efectivos de la policía como entre los manifestantes.
Sin embargo, web reformistas como Nasimfarda aseguraron que algunas de las fuerzas de represión estaban armadas con bates, cadenas e incluso cuchillos.
Las protestas en un día tan señalado para los chiíes como es Ashura, en el que se rememora el asesinato en el año 680 de su tercer imán, Husein, nieto del Profeta Mahoma.
Ashura es un día de dolor y luto, pero también de orgullo y de reafirmación para los chiíes, que consideran que el liderazgo de la comunidad musulmana les fue arrebatado tras las disputas que surgieron a la muerte de Mahoma. Habitualmente, es una jornada de unidad comunal marcada por una serie de procesiones en las que los hombres se golpean el pecho entre lágrimas, se azotan la espalda o se abren heridas en la cabeza para llorar y rememorar la sangre derramada.
Sin embargo, los ritos, en los que participaron miles de personas incluidos los responsables del régimen, quedaron solapados por las protestas de la oposición, que se extendieron también a otras ciudades del país. Esta celebración pareció ahondar aún más la crisis política que agita Irán desde la polémica reelección, el pasado junio, del presidente, Mahmud Ahmadineyad.
Nada más conocerse el resultado electoral, cientos de miles de seguidores del movimiento verde, liderado por los candidatos derrotados Mir Husein Musaví y Mehdi Karrubí, salieron a las calles para protestar contra lo que la oposición considera un fraude masivo.
En la represión policial de las movilizaciones murieron al menos una treintena de personas, según cifras oficiales, y 72 de acuerdo con el cómputo de los opositores. Desde entonces, la oposición ha aprovechado cualquier celebración o efemérides para retomar sus protestas.