bruselas. La clase política belga se mostraba ayer dividida entre el honor que supone el nombramiento de Herman Van Rompuy como primer presidente estable del Consejo Europeo y la preocupación de perder un primer ministro que había logrado dar estabilidad a la frágil coalición gubernamental tras meses de turbulencias.

Los partidos políticos buscan ahora un sustituto del todavía primer ministro belga que ayer presidió un comité ministerial restringido, luego se desplazó al castillo de Laeken para ser recibido en audiencia por el Rey Alberto II y regresó a la sede del Gobierno federal para asistir a la reunión del Consejo de Ministros.

Según las declaraciones de varios presidentes de partidos, todos quieren actuar con rapidez y parecen optar por un escenario que limite al máximo los movimientos y evite tocar el acuerdo gubernamental y los equilibrios entre los diferentes partidos. De hecho, la presidenta del partido cristiaodemócrata al que pertenece Van Rompuy, Marianne Thyssen, recordó que sólo hay que reemplazar a una persona.

En este momento, el nombre que más suena para volver al número 16 de la calle de la Loi, sede del Gobierno belga, es el polémico Yves Leterme, actual ministro de Exteriores, predecesor de Van Rompuy en el cargo y responsable de la caída en pleno del Gobierno tras el estallido del escándalo Fortis al trascender las presiones ejercidas ante la justicia para hacer prosperar la venta del banco belga al francés BNP Paribas.

Leterme regresó al Ejecutivo gracias a la salida del Gobierno de Karel De Gucht, que dejó Exteriores para asumir la cartera de Ayuda Humanitaria en la Comisión Barroso el pasado mes de julio. Ahora podría volver a liderar el gobierno también por exigencias de la Unión Europea.

Así pues, además del primer ministro habrá que buscar un nuevo jefe de la diplomacia. Los liberales, según las informaciones recogidas ayer por la prensa local, podrían aprovechar la ocasión para volver a hacerse con este puesto que perdieron con la marcha de De Gucht y el nombre que suena para el puesto es el del actual ministro de Cooperación, Charles Michel.

Queda por ver si las cosas se pararán ahí o habrá más cambios tan sólo cinco meses después de la última remodelación gubernamental. Además, primero Van Rompuy tendrá que presentar su dimisión ante el Rey para que se desencadene el proceso para nombrar a su sucesor. Van Rompuy asumirá oficialmente su nuevo cargo el próximo 1 de diciembre, cuando entre en vigor el Tratado de Lisboa, aunque no ejercerá su labor de presidente del Consejo Europeo hasta enero, coincidiendo con la presidencia de turno española.

En todo caso, el deseo unánime de los ministros belgas es "mantener la estabilidad del país", tal y como subrayaba ayer el Ministro de Finanzas, el liberal Didier Reynders. "Habrá que hacer de Van Rompuy sin Van Rompuy", resumía por su parte la responsable de Asuntos Sociales Laurette Onkelinx, del Partido Socialista, que apostó por "la serenidad, la negociación tranquila y un compromiso en el que no haya vencidos".