levamos varias semanas con la operación pañal de nuestra hija. Cuando empezamos, le compramos un orinal pequeño muy parecido a un váter real y le quitábamos el pañal en casa para que ella misma fuera al baño. Vimos que lo controlaba perfectamente así que decidimos quitárselo también para ir a la calle. Al principio fue un caos. En cuanto se entretenía se meaba encima y en otras ocasiones nos pedía hacer pis pero eran falsas alarmas. Pese a que las primeras semanas fueron difíciles, sobre todo fuera de casa, ahora el balance es positivo. De todas maneras, lo que sí nos está dando la retirada del pañal son muchas anécdotas. Vengo con una de ellas: estábamos en Deba y dejamos a nuestra hija con mi suegra en casa para hacer un recado. Se puso a jugar ella sola en la habitación con una casa de juguete que había encontrado de sus primas. Mi suegra estaba haciendo la comida en la cocina pero, por un momento, y al oír ese silencio tan sospechoso que inquieta a todo el que tiene hijos (o nietos), decidió ir a ver qué hacía su nieta. Pues ahí estaba la pequeñaja, con los pantalones y las braguitas bajadas y, con toda su buena intención, haciendo pis en el minibaño de la casa de juguete. Mi suegra todavía sigue riéndose.