l otro día leí por ahí aquello de "al principio derramaron unas lagrimitas, pero después se acostumbraron. ¡Miseria humana! A todo se acostumbra uno". Joder con Dostoyevski, qué razón tenía. Nos acostumbramos a todo, como la rana en agua tibia que lentamente avanza hacia la ebullición. ¿Nos acostumbraremos a esto, a este vivir pandémico, a esta nueva normalidad que empezó siendo anormal pero que corre el riesgo de transformarse en simple normalidad? Me lo pregunto mucho en el último año y medio y vuelvo a preguntármelo ahora, que debería estar Celedón entre nosotros. Aquella vieja normalidad festiva, la comida del día 4 con la cuadrilla, los reencuentros, el bokata en las txosnas, los bailes imposibles en cualquier rincón al compás de una txaranga... Cada uno con su normalidad, variadas, casi infinitas, compartidas. ¿Volveremos a ella? (Bueno, para algunos ni nueva ni vieja, la farra bien vale una pandemia y una UCI si se tercia) Muchos por desgracia nunca podrán volver a la vieja normalidad festiva. Ya no están. No debemos olvidarlo. ¿Y los demás? ¿Nos hemos acostumbrado y nuestra normalidad festiva ya es pasado? Y, a pesar de todo, sospecho que hay cosas que están ahí aunque no las veamos, aunque parezca que se fueron. Ojalá que pronto podamos volver a celebrar. Cuídense mucho. Por favor.