ué año, madre mía. Y todavía nos quedan doce días. Pronto llegará el momento de los resúmenes y los balances, que este año son muy sencillos, cinco letras y dos números, covid-19, todo lo demás sobra. Pero, mientras tanto, pasmémonos con momentos gloriosos como la historia de los 18 clientes de un peluquero de Calamonte (Badajoz), que aprovecharon el puente de la Constitución para hacerse una excursión a Turquía para someterse a un injerto capilar. Pequeño problemilla: más de la mitad de ellos, a su vuelta, dieron positivo por coronavirus. Calamonte tiene poco más de 6.200 habitantes y el foco de la excursión turco-capilar parece que ha desencadenado un brote con 29 positivos y sus correspondientes 250 contactos estrechos confinados. El brote se ha extendido a varios alumnos de un colegio, derivando en su cierre y también de la guardería municipal. Ayer mismo, se decretó el cierre de bares y restaurantes. El pollo organizado es de dimensiones considerables, con comunicado en redes sociales del grupo de viajeros incluido. Las circunstancias son para estar preocupados, pocas bromas con este virus que se sigue cobrando tantísimas vidas. Pero no me negarán que la historia podría dar para un estupendo guion de comedia costumbrista.