ivimos tiempos extraños, en los que puede suceder cualquier cosa por surrealista que pueda parecer. Como escuché a alguien decir el otro día, antes la ficción se inspiraba en la realidad, ahora la realidad se inspira en la ficción. "Si contamos los votos legales, ganamos fácilmente. Si cuentas los ilegales, nos van a tratar de robar". Cierto que después de estos cuatro años nada parece ya poder sorprendernos de Donald Trump, pero sí que sorprende y preocupa -preocupa mucho- que esas palabras las pronuncie el presidente de un país, el presidente de Estados Unidos. Vuelvo a lo mismo que en los últimos días, él, en razón de su cargo, es el máximo representante del sistema -aunque él se presente como lo contrario-. Y no es lo más grave. Lo más peligroso es que este señor, incapaz de medir las consecuencias más allá de él, no hace con sus palabras sino alimentar un estado de tensión y crispación explosivos, en el que basta una chispa para desatar un tragedia. ABC, CBS y NBC interrumpieron la emisión del discurso de Trump. Las únicas de las grandes emisoras que continuaron la transmisión fueron CNN y Fox, e incluso esta última al terminar admitió que no hay ninguna evidencia de las denuncias de fraude de Trump. Trump construye su propia verdad y eso, en definitiva, no es verdad.