Más o menos va así: el visado de trabajo en el nuevo Reino Unido post brexit funcionará con un sistema por puntos, de manera que hará falta lograr 70 puntos para acceder a él. Será clave, por ejemplo, contar en la solicitud con una oferta de trabajo encuadrada en la categoría de “empleos cualificados”, lo que otorgará 40 puntos. Ese “empleo cualificado” debe alcanzar o superar el salario de 25.600 libras anuales (30.800 euros). Puntos extra por doctorado, y por dominar el inglés. Mano de obra extranjera, sí, pero luxury. Nada de chavalería recién licenciada que se iba a la tierra de Shakespeare a pringar como camareros, friegaplatos o limpiadores con la idea de, al menos, que su estancia les sirviera para dominar el idioma. El sistema, que no es tonto, prevé alguna excepción al listón salarial, que se reducirá a 20.840 libras anuales si el contrato es para sectores necesitados de mano de obra, como la enfermería o la ingeniería civil. Y también harán excepciones con trabajadores temporales, por ejemplo para cosechar. Lo dicho, tontadas, las justas. Y, por lo demás, Boris Johnson no hace sino poner en marcha lo que prometió en su programa en las elecciones que ganó el pasado diciembre. Algunas voces de patronales y sindicatos han criticado el plan. Hay que leerse más los programas.