No tiene ni medio pase el discurso de Vox sobre la violencia contra las mujeres y, no solo el discurso que despliega, sino su labor performativa al respecto. No equivoquemos el análisis, el responsable de ese discurso es Vox y, guste o no, los votos que tiene detrás. Pero no me preocupan menos quienes -no sé si fruto de las cuentas de la lechera o de vaya usted a saber qué cálculos o, lo que sería aún más grave, de una convicción más profunda- tardan exactamente medio minuto en salir a la palestra para justificar, matizar, edulcorar, blablabla. Verbigracia, leo unas declaraciones de la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso: “Las reprobaciones, como las comisiones de investigación, son una forma de reconducir a un todos contra uno (...) ¿Me quieren decir que el Ayuntamiento de Carmena no ha hecho cosas peores para ser reprobado?”. Habla Díaz Ayuso de la reprobación a Javier Ortega Smith en el Ayuntamiento de Madrid. Igual tiene razón Díaz Ayuso sobre lo de las reprobaciones, aunque no recuerdo comentario similar cuando su partido reprobó a la ministra Dolores Delgado hace un año, por ejemplo. Ahora, ¿a qué viene aquí lo del gobierno de Carmena? ¿Qué está queriendo justificar o categorizar? ¿Churras y merinas? ¿El toro que mató a Manolete? Cortina de humo política de libro.