se avecina un Gobierno español de coalición. El primero desde la muerte del dictador. No es la fórmula que pretendía la derecha sino que se firmará por la izquierda para cabreo general del establishment. Probablemente hablamos del definitivo fin del bipartidismo porque el acuerdo se establece con un partido de los nuevos, distinto a los que tradicionalmente venían repartiéndose el poder en las últimas décadas. Curiosamente, o quizá no, el entendimiento ha llegado en horas bajas para los firmantes, ambos con peores resultados electorales que seis meses atrás. Seguramente, el espectacular ascenso de la extrema derecha ha espoleado a Sánchez e Iglesias a dejar a un lado sus rencillas y a abrazarse ya sea por convencimiento o por tratar de garantizar la supervivencia de ambos. Muchos se preguntarán por qué han esperado a ahora cuando podían haberse entendido hace seis meses. Yo también me lo cuestiono y creo, sinceramente, que no les quedaba otro remedio. De nuevo se cumple un viejo axioma mío que afirma que la gente escoge bien cuando le dejan decidir. Hace medio año, quizá el mensaje salido de las urnas no estaba tan claro como el de ahora. O espabiláis y pactáis o vais a acabar borrados del mapa. Y ahora, más les vale hacerlo bien, claro.