si fuera por las encuestas, Bruselas debería tener ya preparada la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea para el 31 de enero. Hace un mes, la más fiable de las polls británicas, realizada por YouGov con más de cien mil encuestados en todo el país y trasladada a resultados por circunscripciones, daba a los conservadores de Boris Johnson la mayoría absoluta en la Cámara de los Comunes -359 escaños, 42 más que los actuales- con más de 10 puntos de diferencia sobre los laboristas de Jeremy Corbyn. Cifras nítidas cuando más de cuatrocientas de las 650 circunscripciones que otorgan escaño no han cambiado nunca de manos (197 han votado siempre tory y 200 lo han hecho siempre labour). Sin embargo, ayer, a 48 horas de que se abran hoy las urnas, la misma encuesta reducía sensiblemente los escaños conservadores a 339, aunque también por encima de los 326 necesarios, y elevaba los laboristas a 231. Y en el Conservative Party no se olvida que solo hace dos años, en 2017, en las otras elecciones en torno al brexit, Theresa May partía con una ventaja de 22 puntos y acabó perdiendo la mayoría absoluta y aún se recuerda aquella frase de Churchill: “La política es más peligrosa que la guerra, porque en la guerra sólo se muere una vez”. En realidad, ese margen de 13 escaños en el que se halla el futuro de Gran Bretaña y de Europa se decide en poco más de 50 circunscripciones que en las últimas cuatro elecciones - Blair en 2005, Cameron en 2010 y 2015 y May en 2017- han inclinado la balanza. Y es tan posible que el hastío respecto a Europa y el brexit acabe confirmando la mayoría de Johnson como que el sistema de representación directa (se elige a un único representante por circunscripción) o el programa de inversiones sociales comprometido por Corbyn y la última polémica en torno a la decadencia del National Health Service (NHS), orgullo de los británicos, se la quiten y vuelva a enfrentarse a un hung parliament, sin mayoría. Lo que sí se antoja cierto es que la polarización se llevará por delante el crecimiento de los Lib-Dems y del partido de Farage en las europeas, así como que la fortaleza de los nacionalistas opuestos a dejar la UE -en Escocia el SNP sumaría más de 40 escaños y el Plaid Cymru 4 en Gales- augura ya que el brexit tampoco se acabaría el 31 de enero. Y quizá Johnson, como exigía Churchill de todo político, aún deba ser capaz de explicar de nuevo por qué no ocurrió lo que él predijo.