a revolucionado los mercados del entretenimiento y el juego digital. Ha cautivado a millones de espectadores y consumidores de artilugios electrónicos que anuncian un futuro prometedor en 3D que manejan los creativos de Silicon Valley, factoría de soñar y producir un futuro inmediato que ya se anuncia entre trompetas y tambores de algoritmo. La modernidad ha dibujado el diseño de lo que vendrá a partir del Juego del calamar, invento digital que arrasa en todos los países donde se ha instalado la revolución mediática de este conocido y caprichoso juego convertido hoy en día en referencia universal de serie televisiva de éxito y de juego expandido por el mundo mundial del espasmo internet. Están por explicarse los mecanismos de recuperación y triunfo de un juego que conocemos desde nuestra más tierna y lejana infancia, donde había que ser más veloz que el resto de participantes en un juego de quemar y eliminar al que se moviese del punto alcanzado a la orden de parada en un ejercicio de eliminación hasta alcanzar la anulación de los participantes. La industria digital ha recuperado este mecanismo de participación y juego que ha vuelto locos a millones de seguidores que adoran y practican el juego de este calamar, que nacido en Corea del Sur ha extendido sus poderosos tentáculos por al orbe, arrasando en cifras de negocio, audiencia y notoriedad universal. Éxito del juego y también de la serie millonaria donde se desenvuelve la azacaneada vida del protagonista, sacudido, dominado y arrastrado por las fuerzas ocultas del calamar y su modus operandi siempre en torno al dinero. Juego convertido en serie, y serie convertida en modelo de juego que se ha colado en la vida y costumbres de media Humanidad. Práctica que tiene sus riesgos y las crónicas ya muestran casos desgraciados de jugadores que han caído sometidos a unas prácticas de riesgo que tienen poco de inocuas y arriesgadas. El calamar, cefalópodo y txipirón se convertirá en el gran atractivo para las compras de navidad. Ojo con las indigestiones de un juego inocente que juega a matar al que resulta quemado.