os profesionales del reporterismo han pagado con sus vidas el ejercicio de su profesión periodística en un atentado perpetrado en el corazón de África, Burkina Faso, en un episodio más de violencia terrorista, que posiblemente quedará impune, y que la acelerada velocidad de la dinámica informativa diaria hará ensombrecerse con el paso de los días. Un reportero navarro, David Beriáin y un cámara vizcaíno, Roberto Fraile, han entregado sus vidas en territorio lejano, en la investigación de historias informativas que divulgar, en un ejemplo más de reporterismo arriesgado y cargado de entrega, profesionalidad y compromiso con la libertad; no hay joven estudiante de Periodismo que no haya sentido la llamada de ser corresponsal de guerra o estudiar la vida extraña y palpitante de lejanos territorios cargados de tensión, riesgo y muerte. Corredor de fórmula uno, paracaidista y reportero son tres actividades profesionales de alto riesgo y el asesinato de David y Roberto así lo corrobora. Daniel y Roberto han caído en el frente informativo de lejanas latitudes donde desarrollaban tareas de un periodismo valiente y entregado, arriesgando la vida generosa volcada en contar lo que ocurre en cualquier rincón del mundo, sin tapujos, engaños o mixtificaciones. Como en le penosa batalla por la vida, cuando un compañero cae, otro le sustituye y así será con el eterno vacío que dejarán estos dos luchadores de la libertad, generosos activistas de la necesaria y amenazada necesidad de contar los hechos desnudos sin miedo a las asesinas balas de verdugos de pacíficos periodistas entregados en contar ataques de guerrillas terroristas, sucios negocios de caza furtiva o andanzas liberticidas de dictador de turno. La muerte de estos dos voluntarios, militantes de la libertad y el periodismo, no será en balde. La sangre derramada fructificará en nuevos buscadores de la verdad, buscándola allá donde se encuentre en peligrosos desiertos, escarpadas quebradas o peligrosos refugios de liberticidas asesinos de periodistas generosos. David, Roberto, Goian beude.