La primera vacuna, para el tema “único” que nos han inyectado en el cerebro, es ponerlo en su lugar, sin sobredimensionarlo tal y como parece interesar a quienes de seguro tienen la información sobre el origen, el devenir y lo que ocurrirá con el fenómeno covid. Y es que, por supuesto, nos lo ocultan para preservar la salvaje gestión capitalista de las crisis que provocan con el fin de salvar el sistema cueste las vidas que cueste.La segunda vacuna es asumir que no se trata de parar ninguna epidemia construida como “pandemia mundial”, sino de utilizarla para otros fines bien distintos a una supuesta actitud altruista cuyo fin loable es salvar vidas humanas. Si el objetivo de las empresas y de los estados hubiera sido este, hoy no morirían o vivirían moribundos millones de seres humanos como condición imprescindible para que funcione este sistema. No olvidemos que una minoría vivimos bien gracias a que la mayoría sobrevive en la miseria.La tercera vacuna es no confundir prevención con miedo, con control, con la extensión, y cada vez mayor intensidad, de un estado de excepcionalidad permanente. Un Estado que, mediante la instauración de un shock constante en la población, ahonda en el aislamiento (haciéndonos vulnerables), a la par que nos inocula emociones tóxicas como la ansiedad difusa, la incertidumbre, la confusión, el estrés vital, la sensación de amenaza y de riesgo, la culpabilización propia y del otro. En definitiva, sentimientos que tratan de amordazar nuestra vida cotidiana no solo de boca y nariz, sino de cuerpo y mente.La cuarta vacuna es rebelarnos, seguir practicando la solidaridad, la lucha contra las consecuencias de un sistema que no cuida a las personas trabajadoras porque engorda a quienes nos han arrebatado la riqueza colectiva, el fruto de nuestro trabajo, con el fin de incrementar hasta el infinito su capital y patrimonio. No podemos olvidar que, quienes pagan las consecuencias en términos de miseria y muerte son, sobre todo, las clases desposeídas y los sectores más vulnerables de nuestra sociedad.César Manzanos Bilbao Doctor en Sociología, profesor de Política Social en la UPV-EHU