La casa de Gran Hermano ya no es una casa sino un pabellón de Ikea
La primera gala de Gran Hermano ha sido un tostón terrible y predecible hecha en modo piloto automático, con los mismos recursos y engañifas de todos los años para ir metiendo a la gente a la casa, decirles luego que no pero que sí y, en fin, el guion reciclado de todas las ediciones.
Ni estrenar la nueva casa en Tres Cantos, más cerquita de las instalaciones de Tele 5, en sustitución de la vieja casa de Guadalix sirvió para mantener el interés y todavía menos la escasita audiencia sin pilas en el mando incapaz de cambiar a La Revuelta o El hormiguero. No sé si Jorge Javier Vázquez trabaja demasiado, le ha pillado desentrenado o su nueva cara no acaba de reflejar lo que la de antes, pero además de apático estuvo igual de perdido que el realizador, que nos obsequió un infinito plano de su espalda mientras le colocaban el micro y hasta una secuencia grabada en la misma casa de dos concursantas que acababan de entrar al programa de la vida en directo: tan pronto estaban caminando sobreactuadísimas por la casa con el presentador como estaban alucinando, ya solas, con las calidades de un armario en otra habitación. Joder con las apariciones marianas y las desapariciones jorgejavianas.
Mientras comprobábamos que la casa ya no es una casa sino un pabellón de Ikea con techos de nave industrial y algunos muebles en exposición, en el aparcamiento de Mediaset una noria daba más vueltas que el guion de su presentador en un supuesto parque de atracciones de película de terror con un montón de figurantes que disimulaban, pero poco, que no iban a entrar en el reality mientras quienes sí entraban fingían de mala manera sorpresa por no saberlo, antes de dar paso a su vídeo de presentación, grabado días antes, donde nos contaban lo felices que estaban por entrar.
Y tras decepcionarnos con la nueva casa, llegó el momento de decepcionarnos con el nuevo plató de Gran Hermano que, nos lo vendieron con más adjetivos que José Luis Moreno en una noche de fiesta y que resultó ser... el mismo que tenían antes. Al día siguiente, por supuesto, el nuevo plató de GH volvió a ser el viejo plató de ¡De Viernes!, y de todos los programas nocturnos de la cadena.
La engañifa estuvo a la altura del paripé montado en la plataforma de Mediaset para elegir a uno de los concursantes que entrarían en la casa y que, tras semanas mareando la perdiz, el último día descubrimos, oh sorpresa, que en lugar de la audiencia, al ganador lo elegía la directora de casting. Joder, pues qué novedad.
El estreno del nuevo Gran Hermano ha sido el menos novedoso y el más aburrido en estos 25 años de formato y eso que tenían el morbo de la nueva casa. Nunca antes en el estreno había tenido que apagar la tele de aburrimiento para terminar de verlo al día siguiente. Y aclaro que lo terminé de ver porque me debo a esta página ante la remota posibilidad de que ocurriera algo reseñable, que no ocurrió.