Un Facebook como lo conocimos los viejos
Hoy ninguna red te permite estar conectado a los amigos que hiciste en la universidad, a la familia que vive lejos o a las exparejas
Tenemos un problema
Ya lo dijo Indiana Jones: “Demasiados nazis”. Estamos rodeados de ellos y, por desgracia, no todas las personas lo tienen tan claro como el aventurero de las películas: los malos, el enemigo, a los que no podemos dejar que se hagan poderosos, son los fascistas (los de allí y los de aquí, como solía apuntar Andoni Ortuzar en sus mítines). Y tenemos que ocuparnos en que la siguiente generación lo tenga igual de claro porque, aunque nos sorprenda, hay “ultras en las aulas” que “se ponen a grito pelado a cantar el ‘Cara al sol’ y a hacer saludos fascistas” (La Sexta), en España, pero también en Euskadi. ¿O nos creemos inmunes?
¿Qué interesa (sexualmente) a los ultras?
Un post en el blog de Lawsuit, una asesoría estadounidense, ha saltado hasta este lado del océano: los datos demuestran que los republicanos están obsesionados con las búsquedas de porno protagonizado por personas transgénero. Simplemente, superponen mapas de votantes con los de búsquedas intensivas de ese tipo de pornografía, que puede estar muy bien para quien le guste, pero llama la atención la contradicción. Además, los estados en los que más búsquedas de este tipo hay son Texas, Georgia, Kentucky, Missouri, Kansas, Virginia, Carolina del Norte, Illinois, Mississippi y Tennessee. “Cuando más las odias, más las amas”, concluyen.
El colapso de las redes
Creo que vuelve a haber una oportunidad de negocio en las redes: quien ponga en marcha un Facebook como lo conocimos los viejos puede llevarse el gato al agua. Hoy ninguna red te permite estar conectado a los amigos que hiciste en la universidad, a la familia que vive lejos o a las exparejas. Instagram se ha llenado de reels para grandes públicos y expulsa poco a poco a quienes lo usábamos como “red social”. Por eso hemos pasado “de publicar hasta el desayuno a las cero fotos” (El Diario). “Estamos dejando de compartir nuestros pensamientos y experiencias en redes sociales, ahora las usamos en mayor medida como espectadores”.
Sí, Europa sigue en guerra
Europa sigue en guerra: la arancelaria con Trump, la moral contra Netanyahu y la real, en su flanco Este, con Rusia. Esto no ha dejado de ir en serio (todo ello), por eso “las startups europeas de tecnología militar despuntan gracias a la guerra de Ucrania y a los desplantes de EEUU. Solo en 2025 han recaudado 1.400 millones de euros” (El Blog Salmón). En Galaxia Militar encontramos un ejemplo más concreto: “Dinamarca elige el sistema de misiles de defensa aérea franco-italiano SAMP-T en lugar del Patriot PAC-3”. Una industria militar fuerte es, precisamente, lo que diferencia a EE.UU., Rusia, Israel o China con Europa.
Primer objetivo: los ultrarricos
La guerra de clases, además, nunca ha sido tan importante. No me refiero a la que libran los partidos y líderes autodenominados “de izquierdas”, que solo buscan ubicarse mejor en algunos temas mientras en la esfera privada son más conservadores que sus supuestos rivales. Me refiero a la que debemos mantener la mayoría de la sociedad contra los ultrarricos, responsables de guerras, calentamiento global y este sistema ultracapitalista que nos asfixia. Por suerte para nosotros, se agrupan: “El 43% de los ultrarricos de España ya residen en la capital” (EPE). Madrid acoge esas grandes fortunas que no debemos permitir.