David Broncano ha llegado a TVE arrasando. La campaña mediática que le ha hecho el facherío criticando su contratación por la tele pública diciendo que por pagarle nos quedaríamos sin médicos, hospitales y escuela pública ha tenido el efecto contrario al buscado. La gente, claro, ha querido saber quién es ese emisario de Pedro Sánchez, vestido de demonio, que llegaba a TVE para contarnos lo bien que lo hacen todo en la Moncloa con el encargo añadido de hundir El hormiguero de Pablo Motos, líder indiscutible de audiencia... hasta ahora.
La llegada de Broncano con La Revuelta -la nueva versión de La Resistencia que se emitía en Movistar Plus- ha dejado temblando a las hormigas de Antena 3 que han optado por quitar los cortes publicitarios para evitar que la gente se escape, y alargar el programa para maquillar la cuota de pantalla.
La consecuencia de todo esto es que nos han privado del prime time porque cuando empieza el supuesto programa estrella de la noche es ya horario de late-night. Lo vimos el otro día con López y Leal contra el canal -una de las apuestas más originales y entretenidas de la temporada- que la semana pasada empezó con 45 minutos de retraso, a las 23.30 horas, que es cuando antaño comenzaban las Crónicas Marcianas de Sardà.
Las teles hacen ya lo que quieren con nosotros porque la ley que sancionaba los retrasos injustificados y la contraprogramación está de viaje, que dirían los de Sálvame.
TVE también ha hecho añicos su compromiso de acabar sus apuestas nocturnas antes de la medianoche, y programas como Masterchef acaban ahora pasadas las dos de la madrugada, aunque al día siguiente toque madrugar.
Cuando acaban Broncano y Motos tampoco son horas ya de empezar a ver una peli o un programa; más bien de irse a la cama o ponerse una serie de Netflix, que sabes cuándo empieza y cuándo termina. Estos programas subirán el share pero si duran tanto van a bajar la audiencia numérica de todo lo que se emita a continuación.
De la guerra a tres en la que el tercero en discordia era Carlos Latre ya se ha apeado Tele 5, que sacó la bandera blanca al tercer día de llegar Broncano. Babylon Show ha durado 13 programas, tres más que Cuentos chinos y 12 más de lo que se podía esperar tras ver el estreno. Tampoco tenía demasiado sentido emitir tres programas de entrevistas y bromas a la misma hora.
Así que la guerra a tres se ha quedado en duelo y Broncano sigue arrasando ayudado por el efecto novedad y el público joven que ha arrastrado a la tele desde otras pantallas. Juega a su favor su talento e ironía (signo de inteligencia) y lo imprevisible, divertido, y a veces hasta bruto, que es su programa. Al otro lado sigue Motos con una fórmula de éxito bien engrasada, pero también viciada por los machismos, las proclamas políticas y el cuñadismo hecho tertulia. A la pregunta de quién ganará sólo se me ocurre una respuesta: la audiencia.