La vida de Donald

Hoy que es domingo, día para la contemplación, quiero plantear la columna como una suerte de repaso por distintas y variopintas expresiones de la estupidez humana, buscando simplemente su diversión. Javier Durán pone el foco en el intento de asesinato de Donald Trump para equipararlo, con una ironía sublime, con una escena de “La vida de Brian”: El protagonista, escapando de sus seguidores, pierde una sandalia y ellos deciden que también deben quitarse una. Los seguidores de Trump han comenzado a lucir vendajes en la oreja, a modo de homenaje. Dios mío, en noviembre va a arrasar.

No es acompañamiento, José Ignacio

Vaya por delante que no quiero enemistarme con la religión católica, con la Iglesia ni con el obispo José Ignacio Munilla, que ahora expande la doctrina de Dios nuestro señor por Alicante. Pero calificar de “acto de acompañamiento espiritual” a las terapias de conversión sexual y criticar la ley que las prohíbe equiparándola a la ley que impide el acoso a las personas que acuden a las clínicas a abortar es, sencillamente, repugnante. Es que no hay por dónde cogerlo. Lo uno no es delito y lo otro es hostigamiento cruel. Otra oportunidad desaprovechada de ventilar un poquito.

20240721 jose ignacio Público.es

Un cocodrilo de mascota

“Todo vale con tal de sacudir a Pedro Sánchez”, debieron de pensar en la redacción de Libertad Digital. No sé de qué otra manera se puede justificar que alguien tenga un cocodrilo de mascota. El caso es que en este medio nos relatan el infierno que ha vivido Fran para que no le quitaran a Charlie, su adorable ejemplar de cocodrilo enano africano, que ha estado a punto de sufrir en su escamosa piel el peso de la ley animalista de Sánchez en forma de expropiación. Al final, como Charlie fue adquirida de forma legal (me surgen muchas preguntas) y tenía sus papeles en regla, se queda con Fran. Maldito Pedro Sánchez.

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El gancho de la serpiente

Sabía que la noticia del cocodrilo iba a reportarme grandes momentos. Lo que no sabía es que iba a encontrar otra noticia con la que relacionarla en este particular ranking de surrealismo: “Inmovilizan una serpiente de 16 kilos que utilizaban de animación en una terraza de Madrid” (Diario de Sevilla). La pitón, de 3 metros de largo y 16 kilos, se exponía en la terraza Atenas como elemento de animación del local. En este caso, no había documentación y sí una infracción de la Ley de Protección de los Animales de Compañía de la Comunidad de Madrid. Lo de tener libertad, hasta para elegir mascota, se nos está yendo de las manos.

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No sólo a los coches

Calle con tres carriles en el centro de Bilbao. Semáforo en rojo. De repente, un patinete eléctrico aparece y avanza haciendo eslalon para esquivar a los vehículos. Su conductor (sin casco) levanta la vista, observa la luz roja y, sin reducir la velocidad, ignora la prohibición, se lanza al cruce y desaparece por una de las calles laterales. Lo primero que pensé es que todos los que estábamos detenidos, además de buenos ciudadanos, no podíamos evitar sentirnos gilipollas. Lo segundo es que, en unas ciudades cada vez más hostiles con el vehículo privado, la responsabilidad en la movilidad nos atañe a todos.

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