Según Naciones Unidas Hábitat, los beneficios de los árboles están fuera de duda. Los árboles urbanos proporcionan múltiples beneficios para las ciudades y sus habitantes por lo que es indispensable cuidarlos y protegerlos.
Hay como siete formas, según ONU Hábitat, en que los árboles y bosques urbanos contribuyen a hacer que las ciudades sean socioeconómica y ambientalmente más sostenibles. Estas siete formas vienen a plantear que los árboles desempeñan un papel importante en el aumento de la biodiversidad urbana, proporcionando plantas y animales con un hábitat, alimentos y protección favorables.
Un árbol maduro puede absorber hasta 150 kilos de gases contaminantes por año. Como resultado, los árboles juegan un papel importante en la mitigación del cambio climático. Los árboles grandes son excelentes filtros para contaminantes urbanos y partículas finas como el polvo, la suciedad o el humo del aire atrapándolos en las hojas y la corteza.
La ubicación estratégica de los árboles en las ciudades puede ayudar a enfriar el aire entre 2 y 8 grados centígrados. Por ejemplo, la ubicación correcta de los árboles alrededor de los edificios puede reducir la necesidad de aire acondicionado en un 30 por ciento, y reducir las facturas de calefacción de invierno en un 20-50 por ciento.
Las investigaciones muestran que vivir cerca de espacios verdes urbanos y tener acceso a ellos puede mejorar la salud física y mental, por ejemplo, al disminuir la presión arterial alta y el estrés. Esto, a su vez, contribuye al bienestar de las comunidades urbanas.
Los árboles maduros regulan el flujo de agua y desempeñan un papel clave en la prevención de inundaciones y la reducción del riesgo de desastres naturales. Un árbol de hoja perenne maduro, por ejemplo, puede interceptar más de 15.000 litros de agua por año.
La planificación de paisajes urbanos con árboles puede aumentar el valor de la propiedad hasta en un 20 por ciento.
En definitiva, una ciudad con una infraestructura verde bien planificada y bien administrada se vuelve más sostenible, mejora la calidad de vida, se adapta mejor al cambio climático, hace frente a las olas de calor, conserva los ecosistemas.
Esto viene a cuento, ya que los últimos tiempos se han producido en ciudades como Bilbao (Deusto y Artxanda), Donostia-San Sebastián (Manteo) así como en Iruñea-Pamplona (calle Sangüesa-plaza de la Cruz, y cuesta de Beloso), y en algunos municipios vascos diversos conflictos a raíz de las talas de árboles urbanos, y en los que se han creado diversas asociaciones y plataformas para impedir la tala de árboles.
Cabe decir que en el Estado español no hay ninguna norma legal autonómica que proteja y fomente el arbolado urbano de forma específica, aunque si que existen en el ámbito municipal ordenanzas municipales, y no en todas las ciudades y municipios. Concretamente, y por citar un caso, el Ayuntamiento de San Sebastián ha elaborado el Plan Director de arbolado Donostia Botanika, en el que se incluye una propuesta de ordenanza que, cuando esté aprobada definitivamente, regulará todos los procesos de mantenimiento y desarrollo de las zonas verdes y arboladas en Donostia.
¿Puede ser efectiva una ordenanza municipal? Puede serlo, e incluso hay municipios, escasos, que adoran a sus árboles y valoran muy bien sus beneficios y que, con una buena ordenanza, e incluso sin ella, les vale para contar con arboledas envidiables. Son municipios en los que hay una perfecta armonía entre la ciudadanía y los representantes municipales, y han comprendido perfectamente los beneficios de convivir con zonas verdes y árboles, y están por su conservación. No obstante, la aprobación de una ley vasca de protección del arbolado urbano, ahora que se inicia una nueva legislatura, podría reforzar y defender con mayor efectividad la respuesta ante las posibles agresiones a un patrimonio natural que es de todos y todas, y, además, unificar criterios técnicos y científicos en cómo actuar en la protección y sanción ante el maltrato del arbolado urbano, y evitar la situación actual de impotencia que sufren asociaciones ambientales, o de otro tipo, y la ciudadanía en general.
En el contexto de emergencia climática en que estamos, además, una cuestión en la que hay que insistir cada vez más, es en el efecto mitigador del arbolado callejero sobre el efecto isla de calor, ya que cada vez vamos a tener temperaturas más altas y eso lo estamos viendo no solo en los veranos sino también en la propia primavera y en el otoño.
De todas formas, el problema no está solo en aprobar una ley supramunicipal, sino de que esté acompañada de la necesidad imperiosa de que se cumpla, de contar con la participación de los agentes involucrados y de la ciudadanía en general, y de que cuente con presupuesto para que sea verdaderamente efectiva. De todo ello, dependerá en buena medida la supervivencia y mejora del arbolado urbano.
Otro tema relacionado con el arbolado urbano, son las podas indiscriminadas que, en muchos casos, son como casi talas de árboles, por las mutilaciones que se hacen al árbol. Tal y como afirman numerosos expertos no se ha demostrado que podar sea necesario. Según el paisajista y especialista en agricultura ecológica biodinámica, Gorka Lopetegi, de Artea (Bizkaia), “podar es amputar y, por tanto, eliminamos una rama verde, perdemos una parte viva de la planta y provocamos la disminución de sus funciones vitales, perdiendo con ello reservas en hidratos de carbono que están almacenadas e los tejidos”.
En 1986 uno de los más prestigiosos arboricultores del mundo, Alex Shigo, padre de la arboricultura moderna afirmaba que “un árbol sin ramas no es un árbol”. Esto nos lo señala el presidente de la Asociación España de Parques y Jardines Públicos, Dr. Pedro Calaza Martinez, organización que va a celebrar los próximos días 8, 9 y 10 de mayo su 50 Congreso Nacional de Parques y Jardines Públicos en Iruña-Pamplona, que viene a decir en un artículo publicado con ocasión del citado evento que “parece sencillo entender el porqué de esta afirmación, ya que en la gestión del arbolado urbano hay que tender a optimizar los denominados servicios ecosistémicos, es decir, los beneficios que obtenemos de la naturaleza, en este caso, podemos destacar la sombra, filtración de rayos UV, captura de micropartículas, ocio y relajación”.
Es necesario acabar con la poda sistemática e indiscriminada de árboles para asegurar la buena gestión del arbolado urbano, y evitar o reducir la elevada contaminación que sufren las ciudades y algunos de nuestros municipios. Los árboles son el pulmón de las ciudades y al meter la motosierra “porque sí”, como lo hacen algunos ayuntamientos, se pierde la mitad de ese pulmón, pues las hojas son las que retienen los contaminantes.
Otra cuestión importante a señalar es que si se hace un corte importante en la rama entran hongos que pueden provocar problemas en la madera, y es cuando comienza el riesgo de caída. La poda debe ser selectiva y solo cortar cuando exista problemas de seguridad.
Experto en temas ambientales y Premio Nacional de Medio Ambiente